jueves, 4 de marzo de 2010

FE RESUELTA Nº66

FE RESUELTA
Nº 66 Marzo 2010 fe.resuelta@gmail.com Patria- Estado – Destino
Director: Hugo Carreño Aránguiz http://feresueltachile.blogspot.com/ Fundada en Octubre del 2004


NUESTRO NACIONALISMO
Para el Movimiento Nacional Sindicalista, el nacionalismo propone la potenciación de los valores de la cultura, para solucionar los problemas que afectan a los chilenos.
Los principios y valores de la chilenidad tienen la fuerza espiritual, para movilizar a nuestro pueblo a lograr la libertad y la justicia social como fundamento de la convivencia. El nacionalismo proclama la revolución del hombre, para iniciar la marcha de nuestra nación a forjar el destino de las personas y de la patria. Los chilenos somos más nacionalistas que liberales o socialistas.
La potenciación de los valores propios de nuestra cultura es posible porque los chilenos hemos construido con ella una forma de ser y una forma de convivir.
Chile está sometido al dominio de fuerzas políticas extranjerizante, de derechas e izquierdas, y al dominio de agrupaciones financieras especuladoras que hoy son ejercidas por sectores neoliberales que aplican propuestas globalizadoras a los bienes y servicios que proveen a la convivencia. El resultado de estas acciones se ha traducido en separar a los chilenos de su propia historia.
Por eso se debe insistir en la historia de las personas y de las familias, y también de las fuerzas que han luchado por nuestro pueblo y su cultura
Son los sometimientos a ideas y propuestas de sectores agnósticos y escépticos, propios del evolucionismo, lo que lleva al individualismo, al relativismo al egoísmo y a la apatridia, que, en general, obedecen a intereses foráneos para manejar el estado y asumir las ambiciones sin límites de fuerzas internacionales que se dedican al enriquecimiento de quienes son dueños del dinero, las armas y las drogas. Estos planteamientos, dan las bases para el fortalecimiento de la nacionalidad y la cultura realizada a través de fuerzas tradicionalistas, nacional sindicalistas y patrióticas, como institutos y corporaciones, que velan por el rescate y la promoción de la historia de Chile.
El nacionalismo prospera como inteligencia emocional, pero no ha sido lo suficientemente sólido como programa político. El nacionalismo debe proporcionar a nuestro pueblo una verdad histórica, concebida como relato de nuestra creación y tradición, y una actitud moral inequívoca, que sean fáciles de entender y de difundir. Por eso apoyamos el Museo Virtual Guerra del Pacífico de Marcelo Villalba y a los institutos y corporaciones cuyos objetivos son la defensa de la patria, de sus valores permanentes y de su historia
La situación de tensiones que vivimos, no son producto de nuestra forma de ser y de convivir, como predican los enemigos de la patria, (formas que pueden contener reparos superables), sino que la responsabilidad está en las personas que adoptan las decisiones del sistema de autoridad, en toda situación que se vive, sin que tengan la representación legítima de la soberanía, ni menos formas específicas de participación, para que todos los chilenos contribuyamos al cumplimiento de los fines de la nación.
SINDICALISMO DE TENDENCIA NACIONALISTA
El Movimiento Nacional Sindicalista, MNS, es un movimiento político doctrinal que se plantea en el mundo de los sindicatos, reconociendo que estos organismos sociales están dotados de soberanía para cumplir fines socioeconómicos en la convivencia nacional.
Los trabajadores son personas que realizan funciones de producción para generar los bienes y servicios que requiere la vida en comunidad.
El estudio de los cuerpos sociales tiene en el trabajo una especial consideración, debido a que esta función productiva entrega recursos a la vida de la patria, al mismo tiempo, que permite la realización personal y social de los chilenos. Es más, el ejercicio permanente de la producción se traduce en el indicador mas preciso de los grados de justicia social que se viven en la nación, a raíz del nivel de las remuneraciones y de las condiciones de trabajo para las faenas, que tiene el sistema productivo, tanto a nivel de las empresas como a nivel de los servicios del estado.
Este indicador se expresa oficialmente en el llamado “ingreso por cápita”, que en Chile alcanza a los catorce mil dólares, pero que se retrotrae por la mala distribución de los recursos, dando paso a la concentración de la riqueza en pequeños sectores que dominan todos los ámbitos del sistema productivo, Solo se proyecta al sector social del trabajo a través del altruismo que entrega aportes, siempre insuficientes, para evitar las tensiones sociales que pueden poner en peligro el funcionamiento del sistema político y económico que rige en la nación. El desequilibrio hace que las personas más críticas presionen por cambios profundos en la distribución de la riqueza. Es lo que pretende el nacionalismo como fuerza política que da contenido valórico al trabajo.
El sindicato, que sirve como unidad del sistema productivo, tiene las características de cuerpo social permanente con las consideraciones que le son propias: colectivo, público, cumple la función que lo origina y tiene poder normativo interior. Son únicos, no excluyentes, abiertos y cubren todas las actividades., Tienen autoridad y capacidad de participación al exterior. Son libres, jerarquizados y tienen autonomía.
Estos planteamientos sobre sindicatos y gremios se ha realizado en forma permanente desde principios del siglo XX por fuerzas tradicionalistas y nacionalistas, donde destacan , principalmente, el catolicismo social sindicalista, Clotario Blest Riffo, Oscar Álvarez Andrew, y Alberto Hurtado Cruchaga. Después se refunda el sindicato nacionalista con Federico Mujica, Iván Katalinich, Mario Urzúa, Pedro Zurita, René Sottolichio, Juan Vergara, Ricardo Lillo Taucan, Luís Sánchez Lagos, Ramón Callís y Misael Galleguillos.
Esta forma sindical se proyectó a la Secretaría Nacional de los Gremios, a la Escuela Sindical y al Frente Laboral de Chile.
Desde 1977 este sindicalismo sigue su trayectoria, a través de los trabajadores y dirigentes que se adscriben a la doctrina y al estilo nacional sindicalista donde destacan, entre otros, Jorge Salinas, José Bodelón, Manuel Hernández, Julio Figueroa, Sergio Carrillo, Antonio Rodríguez, Genaro Sepúlveda, Jaime Saura, Luís Lillo, José Correa, Ricardo Contreras, Rogelio Molina, Jorge Medina, Jorge Catalán y Rubén Sanhueza.
El sindicato del nacional sindicalismo se define como de autogestión y social sindicalista. Es un sindicalismo de tendencia que supera al sindicalismo de clase, de socialistas, comunistas y anarquistas, y al sindicato de mercado de liberales y “demócratas”. El sindicalismo social cristiano se ha transformado en sindicato de partido, perdiendo la calidad institucional que le dio el padre Alberto Hurtado que creó la ASICH, Asociación de Sindicatos de Chile, cuyos miembros pasaron a fines de los años setenta al Frente Laboral de Unidad Nacional, que más tarde pasó a llamarse Frente Laboral de Chile.
HOMBRES NACIONAL SINDICALISTA
La existencia en el tiempo de movimientos políticos y sociales, señalan la necesaria consistencia de que están dotadas esas formaciones, como referentes que validan sus obras y realizaciones, en la trayectoria forjada por sus protagonistas.
Entre esos protagonistas está Guido Crino Tassara, profesor de Enseñanza Media, que fue parte de la primera generación de estudiantes de Pedagogía en Historia en la Universidad Católica de Valparaíso. De esa misma generación fue José Antonio Videla Peñailillo, quién destacó por su calidad política.
Guido Crino fue Director del Liceo Rubén Castro de la Universidad Católica de Valparaíso durante 34 años. Formó a varias generaciones de estudiantes. Llegó a ser Vicepresidente de la Federación de Instituciones de Educación Particular, FIDE y destacado académico de la UCV. Su perfil profesional calza con exactitud con el maestro visto desde la perspectiva educacional del nacional sindicalismo, publicada en Educación, Ciencias y Valores de Misael Galleguillos. Editorial Macul 2004. Su presencia política y social lo describen como ciudadano ejemplar al servicio de la patria chilena, con una visión que fortalece culturalmente la actitud y la conducta de viejos maestros que se dedicaron a la formación valórica de la juventud. Su plenitud militante recuerda los hechos que demarcaron el cambio de rumbo en los años sesenta. En 1964 reunió en su hogar a los dirigentes del nacional sindicalismo de Valparaíso, hasta conocer los resultados que dieron espacio histórico a la democracia cristiana. Fue un fracaso político electoral del Frente de Acción Popular, FRAP, y su candidato presidencial Salvador Allende. Entonces el Movimiento Nacional Sindicalista determinó apoyar a Eduardo Frei Montalva, por indicación de Jorge Prat Echaurren, que retiró su postulación presidencial, para no incidir en el triunfo político electoral del socialismo marxista.
La calidad profesional y sus conocimientos de los hechos históricos de la patria, se han traducido en reconocimientos y galardones que engrandecen su obra de maestro. Abrió espacios políticos, en la Universidad Católica de Valparaíso, que permitieron la formación de la Comunidad Universitaria Nacional Sindicalista, CUNS, donde destacan, entre otros, Juan Antonio Widow, Germán Lûhrs, Patricio Chelew, Juan Sanhueza, Renato Carmona, Alex Avsolomovich, Marcos Bartucevich, Oscar Godoy, Ramiro Rodríguez, Julio Yubero y Francisco Samper. Después vinieron Álvaro Ulloa, Salvador Villanueva, Fernando Sepúlveda, Juan Olaberry y Alfonso Ezquerra.
Crino, desde su juventud, ha sido un hombre leal a sus ideales patrióticos y sociales. Es un ejemplo para los nuevos profesores.
Otro hombre es Mario Urzúa Urrutia. Un caballero. Ingresó al Movimiento Nacional Sindicalista en 1964, cuando el Ministro del Interior, Sótero del Río, ordenó su disolución por atentar, según él, contra la seguridad del estado y ser una asociación ilícita, cuestión que la Corte Suprema falló a favor del Movimiento.
A fines de los años sesenta Mario Urzúa fue miembro de la Junta Interventora de la Jefatura Nacional del Movimiento Nacional Sindicalista, junto a Eugenio Cáceres y Werner von Bischoffshausen. Fue un hombre de trabajo que se especializó en materias jurídicas laborales. Conoció bien a Delfín Alcalde y a Iván Katalinich. Formó parte del Movimiento de Acción Nacional de Jorge Prat y luego del Partido Nacional. Escribió acerca de las Profecías de Nostradamus. Dirigió la Revista Guía Laboral. Fue profesor de la Escuela Sindical y del Instituto Diego Portales. Fue Secretario General del Instituto Histórico Arturo Prat. Allí llegó junto a Jorge Salinas, Santiago Chesta. Javier Zelaya, Ángel Delgatto e Ignacio Garcés Bassaure. El IHAP está dirigido actualmente por Julio Tapia, Hugo Carreño y Hugo González de la Vega.
Mario Urzúa fue un estudioso del Milenarismo del padre Manuel Lacunza..Publicó El Feríado Anual, Manual de Consultas Laborales, 1994. Autor de un Glosario Nacional Sindicalista.
Fue asesor de la Asociación de Funcionarios de la Casa de Moneda que dirigía Antonio Soto. Con anterioridad la dirigió Jorge Salinas. Urzúa siempre estuvo claro del antiliberalismo del nacionalismo chileno y predicó este planteamiento, en forma abierta y permanente, a pesar que círculos cercanos aceptaban el liberalismo económico. Su nacionalismo era afín a Acción Francesa.
NUESTRA FE
La soledad lleva al silencio que hace recordar que el mundo, en que se tiene fe, está enfrentado con un “mundo moderno”, que confunde y hace dudar acerca de lo que se quiere para la patria. Los recuerdos muestran críticas arteras, burlas y aparentes fracasos, por las intenciones con que se vive, para refundar Chile: una patria sugerente, un destino que acerque a las personas a una nueva forma de ser y de convivir, que rescate del pasado un horizonte valórico. Una patria, un estado, un destino.
Los indicadores del progreso denotan un poder que sólo puede ser asimilado con la fe nacida de las privaciones y ausencias. Esa fe que es propia de las personas, en todos los tiempos, que estuvo presente en nuestro origen, en nuestra independencia, en nuestro norte. Es la fe en las personas que comparten nuestras ideas. Es la fe en otras personas que poseen los atributos para convivir en paz. Es la fe que nos incita a realizar nuestros sueños de nuevos destinos de una misma esencia, de un mismo existir en el tiempo.
El silencio contribuye a matar la fe. No hay fe si no hay obras, si no hay lucha por un ideal. El nacional sindicalismo aspira a crear un patriotismo valórico y social. Esta es nuestra fe y nuestro optimismo. Cuando comenzamos a perder la fe, nos aferramos al pasado en busca de la tradición, pero debemos aferrarnos en su justa medida. Aferrarse demasiado afecta a la creatividad y lleva a la intransigencia, a la suspicacia y a la violencia.
El quehacer político del nacionalismo requiere de los valores de la convivencia, donde la lealtad puede suplir carencias para alcanzar metas y objetivos. Se necesitan palabras de aliento, para superar críticas y descalificaciones. Se necesita el apoyo moral y la hermandad en la lucha, no la burla ni el desprecio. Pese a la “mente privilegiada”, la capacidad de concentración y la eventual empatía de quienes asumen actitudes rupturistas, como las descritas en crónica sobre Pedro Zurita, nunca podrán convertirse en auténticos hombres, en verdaderos realizadores, si olvidan los principios y valores que nos dieron vida.
Lo mismo ocurrió en los años 50 cuando se decidió, a última hora, que el Jefe Provincial en Valparaíso, Jorge Santibáñez, retirara su postulación a Regidor en la Comuna de Viña del Mar. Se hizo un llamado perentorio a retirar la candidatura o ser expulsado. Santibáñez reunió a sus dirigentes y les informó, con pesar, que era tarde para la solicitud del mando nacional y que seguiría adelante. Eran muchos las personas que se habían organizado, eran muchos los compromisos. Los militantes recibieron la orden de no votar. Los que no veían ni entendían, aceptaron la prédica de la soledad y la intransigencia. Santibáñez se perdió por pocos votos. Después fue regidor, diputado y alcalde. Mantiene amistad con nacional sindicalistas. El argumento de fondo, de quienes planteaban la tesis de participación electoral, sostenía que en el ámbito de los cuerpos sociales era más bien un deber proyectarse a la soberanía social.
A éste ámbito pertenecen las juntas vecinales, los municipios, los sindicatos y gremios, los colegios profesionales y los organismos estudiantiles del sistema educacional. Los que no miran la realidad y limitan su entorno visual, deben perder los miedos y enfrentar al mundo, con la fe resuelta en nuestros ideales.