miércoles, 2 de noviembre de 2011

FE RESUELTA Nº86 NOVIEMBRE

LA HISTORIA POLITICA Y CULTURAL COMO FUNDAMENTO DE LA VERDAD CONCEPTUAL

Fe Resuelta, como publicación del nacional sindicalismo, ha estado abierta a los programas de investigación en las ciencias y a las diversas metodologías para conocer, en su mérito, la historia política y cultural en que se encuentra inmersa la teoría y la doctrina del movimiento nacional sindicalista.
Nos hemos referido a diversas metodologías, para lograr conocimientos válidos que den sólidos fundamento a nuestras proposiciones y conceptos, de modo que el espíritu y el sentido de la historia mantengan plena vigencia en el quehacer político de nuestro tiempo.
En Chile asistimos a la presentación de los hechos históricos que superan el carácter ideológico a que nos vimos abocados por historiadores políticos que buscaban la valoración de sus planteamientos a través de la validación de sus propuestas, con el afán de sobreponer sus conceptos a la realidad existencial de las ideas, hechos y acontecimientos que conforman nuestra forma de ser y de convivir como pueblos, naciones y estados.
Las investigaciones de nuevos historiadores, como Verónica Valdivia, Iván Jaksic, Nicolás Miranda, Rolando Álvarez Vallejos, y Eduardo Sánchez, entre otros, han tratado temas políticos valorando propuestas que dan consistencia a los hechos investigados. El nacionalismo tiene sus historiadores, entre los que destacan Francisco Antonio Encina. Mario Góngora. Jaime Eyzaguirre, Ariel Peralta, Jaime Etchepare, Oscar Espinoza Moraga, Patricia Arancibia, Jaime Tramón, Patricio González y Gonzalo Vial.
La tarea pendiente de estos escritores fue hacer una historia política del nacionalismo chileno e iberoamericano. Sabemos que Patricia Arancibia tiene proyectado realizar esta tarea, según nos relata Hugo Carreño, y que alguna vez se comprometió a hacerla el editor Renato Carmona.
La historia política y cultural de los movimientos políticos y sociales se ha expresado a través de la elaboración de imaginarios. Sin embargo la llamada historia conceptual ha permitido una nueva mirada histórica al pasado. Su principal aporte es hacer al historiador más consciente de la historicidad y contingencia de las formaciones intelectuales, así como proporcionarle algunas herramientas metodológicas para estudiar el pensamiento de otras épocas de un modo más cuidadoso y menos “presente”.
En Chile se afirmaba en medios académicos nacionalistas, de los años sesenta del siglo pasado, que la historia escrita por liberales eran todas iguales, cualquiera que fuese la nación investigada. Lo mismo ocurre con la historia escrita por marxistas.
El historiador español Javier Fernández Sebastián, en su paso por Chile invitado por la Universidad Diego Portales, subrayó la utilidad de la historia de conceptos más allá del estrecho círculo de historiadores profesionales. Esta especialidad puede ser muy provechosa para todos aquellos que, como nosotros, se interesan en las ciencias sociales, políticas y jurídicas, así como en las diversas ramas de las humanidades, incluyendo la lingûística y los estudios de traducción. Se trata de tomar distancia de algunas preconcepciones y tender puentes hacia las categorías manejadas por los agentes protagonistas a lo largo del tiempo, para intentar comprender a los actores en sus propios términos. Autores de esta escuela, como Reinhart Koselleck, arrojan una nueva mirada, a la vez más histórica y más lingüística, sobre las creaciones intelectuales del pasado.
Una de las aportaciones más destacadas de Koselleck es su diccionario de conceptos históricos fundamentales del lenguaje político y social en Alemania. Sus ensayos teóricos y metodológicos han sido reunidos en obras como Futuro Pasado, Estratos del Tiempo e Historia de los Conceptos. En tales trabajos insiste en que los conceptos modernos no pueden ser definidos, sino que más bien deben ser vistos como campos de batalla semánticos permanentemente abiertos a la ambigüedad, la polisemia y la disputa entre los protagonistas históricos. Señala asimismo que ciertos conceptos constituyen al mismo tiempo “concentrados lingüístico-temporales” que van depositando las experiencias históricas de una sociedad y las matrices que moldean su futuro.
Para esta escuela resulta decidor analizar los tiempos históricos más allá de los siglos que pasan. Es el caso de la centuria 1750-1850, en que ocurrieron los hechos más determinantes de la actual situación de la humanidad.
Desde luego es la época en que la Monarquía entra en su crisis definitiva, para dar paso a la República como nueva forma de estado que tuvo su máxima expresión en la Revolución Francesa.
En Chile por ese tiempo se fortalecieron los cuerpos sociales, se produjo la Emancipación del Reino Imperial de España y la Independencia Nacional, se creó el espíritu patriótico y se forjaron los elementos para forjar el Estado Republicano de Diego Portales, primer estado civil de Iberoamérica.
Fue la centuria de la creación del pueblo chileno y de su forma de convivencia, en que destaca la familia y el Municipio, la institucionalización de la Iglesia, del Ejército y de la Universidad. Sobre esto debemos señalar la obra del sacerdote jesuita Manuel Lacunza (1731-1801) creador del milenarismo de fuerte influencia en el mundo occidental, con su obra La Venida del Mesías en Gloria y Majestad (1816). Esta obra ha sido replanteada por el historiador Mario Góngora publicada, con el mismo título, por la Editorial Universitaria, 1969. El milenarismo fue el soporte espiritual de Jaime Eyzaguirre que creara el Movimiento Milenarista, como exponente doctrinario y valórico de la esperanza para católicos y nacionalistas chilenos, al predicar la nueva venida de Jesús y el reinado de mil años de la Verdad Revelada y de los Valores Eternos. Un seguidor destacado de Lacunza fue Mario Urzúa Urrutia que difundió sus ideas al interior del Movimiento Nacional Sindicalista.
A lo anterior se puede significar la creación del Instituto Nacional y de la Universidad de Chile. La formación del Ejército Vencedor, jamás vencido, en la Guerra de la Independencia y en la Guerra contra la Confederación Perú-Boliviana de Santa Cruz.
El Estado Portaliano fue la institucionalización de la forma de convivencia del pueblo con un Sistema de Autoridad que permitió la representación legítima de la soberanía, priorizar sus servicios a los intereses superiores de la patria y contribuir a lograr los fines de la nación. Entonces Chile tenía una territorialidad superior en más de un millón doscientos mil kilómetros cuadrados a su actual extensión, comprendiendo territorios del norte Argentino, de la Patagonia y del Mar Atlántico.
La descripción de estos hechos redimensiona nuestros conocimientos de la historia patria. Importante contribución a ésta metodología es la realizada por Ariel Peralta en su última obra La Idea de Chile, 1993.

ACTORES PROTAGONICOS DE UNA NUEVA ETAPA
El triunfo político de la Unidad Popular del 4 de Septiembre de 1970 que llevó a la Presidencia de la República a Salvador Allende Gossen cambió el rumbo de la política chilena.
Para el Movimiento Nacional Sindicalista fue el fin de la democracia liberal y el comienzo de la creación de un nuevo estado para Chile. Así esta consignado en la obra Nacional Sindicalismo testimonio, presencia y actitud publicada en Santiago en Septiembre de 1983. Esta publicación contiene la Proclama del Nacional Sindicalismo a la Comunidad Nacional donde se reconoce el triunfo político de la Unidad Popular y la muerte de la democracia liberal. Desde ese momento la verdadera lucha se da por la creación del Estado Totalitario Marxista o la creación del Estado de Comunidad Nacional que plantea la institucionalización de la forma de convivencia forjada por el pueblo a través de los cuerpos sociales de la nación, para hacer posible la autoridad, el orden y la jerarquía con un régimen que permita la legítima representación de la soberanía y la participación social plena.
Entonces se hablaba o de Revolución Nacional o Revolución Marxista.
El nacionalsindicalismo sintetizó su propuesta en la proclama La Patria al Poder y en su tríada Patria- Estado- Destino.
El Movimiento se sumó al esfuerzo de crear un nuevo estado por lo que se incorporó al gobierno militar. Sin embargo sectores neoliberales replantearon la restauración de la democracia de partidos, lo que les permitió la apertura temprana a la oposición “democrática” de socialistas y demócratas cristianos, aislando al comunismo y a otras fuerzas militarizadas disidentes.
Estos sectores neoliberales acusaron a sectores corporativos del atraso de las modernizaciones por los precarios espacios de libertad para el emprendimiento social, político y económico. Entonces se jugaron por terminar con cualquier proyecto que incluyera el tripartismo: gobierno, empresarios y trabajadores. Se aíslo al Comité Asesor Presidencial por considerarlo el espacio de poder para los nacionalistas y sectores militares y profesionales de espíritu social. Este Comité pasó a ser la Secretaría General de la Presidencia.
La propuesta neoliberal fue entregar el poder político a la Concertación con la condición de mantener y profundizar el sistema económico neoliberal. Si había funcionado con el autoritarismo de derecha no se veía motivo para que no funcionara con coaliciones de centro izquierda. Además las izquierdas sabían que sus triunfos políticos eran amagados por la derecha económica, por lo que el compromiso propuesto por el neoliberalismo tenía ventajas comparativas. Para ello se terminaba con el Consejo Económico Social, el Consejo Nacional del Trabajo, con cualquier otro consejo asentado en los ministerios productivos. Se ponía fin al Banco del Estado, se revisaba el rol del Banco Central, se terminaban las Superintendencias, aunque los nacionalistas crearon la Super Intendencia en Salud y en Previsión y se opusieron a la privatización del Banco del Estado que creara Jorge Prat Echaurren. Además se establecía el sistema electoral binominal que aseguraba la presencia de las derechas en el Parlamento donde llegó incluso Ausgusto Pinochet en su calidad de haber ejercido la Presidencia de la República. También estaban los Senadores Institucionales que la Concertación también usufructuó para la construcción de mayorías parlamentarias.
Cuatro gobiernos duraron los acuerdos de mutuo beneficio, los abusos de poder, el entreguismo territorial, el endeudamiento excesivo, que incluyó a estudiantes, las bajas remuneraciones y las iniquidades de todo orden que reflejaron la más injusta distribución de la riqueza en todo el mundo pusieron término a los gobiernos de quienes usufructuaron del poder político y de las influencias de todo tipo, incluida la corrupción, que ello permitió a quienes entregaron el manejo económico social de todos los sectores de la producción económica y de los servicios que debe garantizar el estado al pueblo de Chile, dando paso a los negocios y a especulación financiera.
Es importante para los estudios de todo el período que se inicia con el gobierno de Allende y termina con el gobierno de Sebastián Piñera, hermano de José Piñera Echenique el hombre de la minería, el trabajo y la previsión social en el gobierno de Pinochet, señalar quienes fueron las personas que protagonizaron el quehacer político del nacional sindicalismo en Santiago.
Sobre estos hechos debemos señalar en primer lugar al padre Osvaldo Lira Pérez, fundador del Movimiento Nacional Sindicalista como formación corporativa antiliberal de carácter hispanista que contiene una fuerza patriótica espiritual de carácter emotivo, heroico y misional al servicio de la cultura occidental iberoamericana forjada por España y Arauco que encuentra en la hispanidad y el mestizaje, con lo hiperbóreo de lo originario y lo ancestral, la raza espiritual que convive con las migraciones y la fuerza telúrica de un territorio que encierra los misterios de la existencia de la vida, la naturaleza y el universo. Junto a él estuvieron Ramón Callís, Federico Mujica, Adrián Buzzetti, Germán Cuevas, Pedro Zurita, Jorge Vargas, Antal Liptay, Werner von Bischoffshaussen, Mario Urzúa, Claudio Matte, Valentín Robles, René Silva, Jorge Silva, José Antonio Rodríguez, René Inostroza, María Teresa Mardones, Genaro Pozo, Aníbal Barrera, Hugo Delgado y Héctor Larenas. Estaban también Raúl Ramirez, Rolando Phol, Iván Katalinich, Julio López y Jaime Romero Reyes. Aún estaban vigentes hombres formados en el nacionalismo patriótico: los hermanos Schuster, Delfín Alcaide, Daniel Frías…los camaradas Villacura, Cartagena, Santibáñez, Isasi, Kunakov, Lázaro, Recart, Munita, Tapia, Etchepare, Aguirre, Ortiz y tantos otros…
Ellos protagonizaron los hechos y realizaron las gestiones políticas requeridas en todo ese tiempo. Ellos levantaron las Banderas Negras e hicieron la difusión de nuestros planteamientos y propuestas. Ya para entonces habían surgido nuevas Jerarquías de las cuales provenían los nuevos mandos institucionales: Gabriel Pumarino, Werner von Bischoffshausen, Mario Urzúa, Eugenio Cáceres y Misael Galleguillos que reiniciaron la marcha de nuestro camino hacia la realización histórica de la chilenidad hecha misión y tarea. Ya de antes formaban en la Comunidad de Jerarquías el filósofo Juan Antonio Widow y el oficial de ejército en retiro Enrique Mûnschmayer Barber.
En nuestro camino a las estrellas esperaban su momento soldados, marinos y aviadores que tenían fe en nuestra proclama, aún vigente, La Patria al Poder.