jueves, 5 de abril de 2012

FE RESUELTA Nº91 - ABRIL

FE RESUELTA 91 ABRIL 2012
MOVIMIENTO NACIONAL SINDICALISTA
CHILE

VIGENCIA DE NUESTRA BANDERA
Desde sus inicios, década del cuarenta del siglo pasado, el Movimiento Nacional Sindicalista definió como su símbolo, signo y señal, una bandera negra. Su creador fue el ingeniero Adrián Buzzetti.
La bandera negra se ha transformado en un símbolo de lucha de los movimientos sociales en nuestra patria. La hemos visto en Magallanes, Aysen, Arica y Calama como expresión de lucha por el logro de las aspiraciones de regionalización, para resolver los problemas que afectan la convivencia de pueblos y ciudades que impiden desarrollar sus potencialidades.
Son demandas de conectividad, educación, salud, alimentación, energía, precios, trabajo, salarios y participación en las decisiones de los asuntos que les son propios.
Aquí se contraponen los principios de autoridad con los de libertad, dignidad y justicia.
Desde luego la autoridad actúa en nombre del derecho y de la fuerza pública. Sus principios se basan en el derecho de mandar y en el derecho de hacerse obedecer que son propios del ejercicio de la autoridad. Las comunidades locales actúan en nombre de la legítima demanda por solucionar sus problemas por la delegación de soberanía al poder político. Su expresión primaria es la paralización de actividades y las protestas que llevan implícitos los riesgos de la violencia y de las tensiones sociales.
La autoridad debe actuar en la búsqueda del bien común poniendo el acento en la integración y la necesaria vertebración nacional, para alcanzar el orden público y la paz social.
El estado debe asumir su responsabilidad para dar cumplimiento a los fines sociales de la nación. Debe garantizar el ejercicio de los derechos constitucionales.
Por eso la bandera negra está rodeada del tricolor nacional.
La bandera negra del nacionalsindicalismo chileno tiene en su centro un haz de luz que representa la claridad que surge en medio de las tinieblas que cubren la nación por las malas formas económicas y de gobiernos. Las aspas rojas, aspas de fuego, que surgen de la luz son los esfuerzos y sacrificios por romper las tinieblas.
El justo equilibrio entre autoridad y libertad, dignidad y justicia está dado por el derecho y la participación social plena, que va más allá de la participación política en las elecciones del sistema de autoridades.
La participación social plena es la participación efectiva en las decisiones de la autoridad para lograr el bien común material y espiritual de los chilenos.
Es la participación social en la institucionalidad del estado donde se adoptan las decisiones.
Participar no es ser parte como creen neoliberales y partidistas,
Es reconocer el origen de la soberanía política que deviene del poder social de la nación.
La fuerza del regionalismo como cuerpo territorial y la fuerza de los cuerpos sociales, familia, sindicato, escuela, iglesia y milicia, radica en retomar el origen de la soberanía y el poder para exigir legitimar la institucionalidad de la convivencia social asentada en un territorio de la patria.

INSCRIPCION AUTOMÁTICA Y VOTO VOLUNTARIO.
VOTO DE LOS CHILENOS EN EL EXTRANJERO

La inscripción automática le da consistencia al padrón electoral ya que más de cuatro millones de chilenos mayores de dieciochoavos no se han inscrito en los registros electorales. Con ello se alcanza a cerca de doce millones de electores para elegir a los miembros de nuestro sistema de autoridad.
Sin embargo los aspirantes a ser autoridades tienen su origen en los partidos políticos que designan a los candidatos y al resto de los personeros que constituyen el poder político del estado como poder decisional sobre los asuntos de mayor interés para la convivencia nacional.
Este hecho es determinante para que sectores juveniles no se hayan inscrito en los registros electorales. Los jóvenes no aceptan a la llamada clase política por carencia de representación y nula participación social en la designación de candidatos.
Ocurre algo similar con los votos de las personas que viven en el extranjero. En general se fueron por la falta de logros de los gobiernos liberales y socialistas al no generar empleos, viviendas, educación, salud y previsión social. Problemas que tienen resueltos en los países en que viven.
Sin embargo nosotros consideramos que los chilenos formamos parte de una misma esencia en la existencia histórica de nuestra patria que se proyecta a todas las generaciones desde nuestro origen hasta la consumación de los siglos de nuestra forma de ser como pueblo, como territorio y como cultura cualquiera que sea el lugar del planeta en que vivan. Sabemos que cada uno de nosotros vale tanto como cualquier otro chileno y que todos juntos valemos más que cada persona, sobre todo si son políticos y/o gobernantes.
Los chilenos debemos estar unidos por un ideal y ser considerados en los aspectos fundamentales de la vida en comunidad de destino y cultura.
Cada chileno es parte del ser nacional y portador del espíritu de la patria y de los valores de la chilenidad. Debe estar vinculado y comprometido con el destino de nuestro pueblo. Por eso debe participar en los actos cívicos a que convoca la vida institucional del estado de la nación.
Chile tiene un rol que jugar en el ámbito internacional para lograr la creación de Iberoámerica como nación, como estado y como destino, y los chilenos que viven en el extranjero deben contribuir a realizar nuestras tareas internacionales, incluidas las de soberanía, seguridad y difusión cultural de nuestra identidad como pueblo.
Los compatriotas que viven más allá de nuestras fronteras territoriales deben ser parte del poder nacional que Chile debe diseñar y construir.
Todavía queda el sistema binominal como pacto de coaliciones que entrega el poder político a los bloques de izquierda y de derecha que se reparten los cargos parlamentarios en forma paritaria, cuestión que sólo conviene a la Concertación y a la Alianza.
El Movimiento Nacional Sindicalista propuso, al momento de la institucionalidad de la representación política, un plebiscito de tendencias para permitir la creación de fuerzas políticas, donde caben las propuestas doctrinarias: liberalismo, socialismo, socialcristianismo, nacionalismo, socialdemocracia, comunismo, nacionalsindicalismo y anarquismo. El apoyo significativo a una tendencia daría paso a la organización política de la tendencia.
El apoyo mayoritario al anarquismo, sin gobierno, daría paso a la destrucción del poder político del estado. La propuesta nacionalsindicalista es contraria al estado liberal y al estado socialista, pues considera que el estado debe contribuir al cumplimiento de los fines de la nación. Es una propuesta sinarquista, con gobierno, de naturaleza corporativa hispánica con una sólida organización social patriótica y participativa, donde los cuerpos sociales, funcionales y territoriales, tienen un rol fundamental en el sistema de autoridad para tomar decisiones.

LOS MOVIMIENTOS SOCIALES Y EL COMUNISMO.

El nacionalismo es forjador de la organización social de los chilenos en cuerpos sociales libres, autónomos, jerarquizados, con autoridad al interior que permita la participación social plena tanto en el mismo cuerpo como en la institucionalidad del estado.
El comunismo criollo siempre ha pretendido apoderarse de los movimientos sociales.
Se infiltró en la Unión Social Republicana de principios del siglo pasado, años veinte al treinta, a través del Frente Social Republicano como coalición electoral, pero obtuvo escasos votos. Del 20% de los votos que obtuvo el Frente Social Republicano en las elecciones parlamentarias de diciembre de 1925, los comunistas y socialistas sólo obtuvieron el 3%.
En la Unión Social Republicana destacaron Oscar Álvarez Andrews, Delfín Alcaide Wetson, Guillermo Viviani, Carlos Dávila y José Santos Salas, forjadores del corporativismo social e hispánico que dieron fuerza a los anhelos de justicia de las fuerzas sociales del trabajo con sus propuestas institucionales corporativas para resolver problemas de derechos laborales, previsionales, educacionales, viviendas para los trabajadores, deportes y organismos de salud, a nivel de ministerios y subsecretarías.
Ellos forjaron las instituciones públicas para cumplir con las demandas de los trabajadores chilenos, incluidos los tribunales del trabajo que surgieron en 1927.
Además sectores trokskistas han afirmado que el partido comunista apoyó en enero de1925 un golpe de estado en que participó Carlos Ibáñez del Campo.
Su gran polémica en el mundo sindical ha sido el sindicato de clase supeditado al partido comunista, negando la autonomía frente al partido lo que llevó al enfrentamiento entre Luis Emilio Recabarren y Elías Laferte.
El sindicato de clase del partido se asimila al sindicalismo legal de la democracia liberal que respaldan radicales, socialistas y democratacristianos, donde los partidos tienen estructuras sindicales internas.
El sindicato libre, autónomo y participativo es obra del nacionalismo chileno y cobró gran impulso con el nacionalsindicalismo en la década del setenta.
El partido comunista no puede articular ni dirigir un movimiento social porque cree en la lucha de clases y en la subordinación de los organismos sociales a la estructura del partido. De allí sus choques con el anarquismo que incluye asaltos de éstos a sus sedes, aunque los dirigentes del viejo partido totalitario intenten culpar a otros por estos hechos. Incluso sectores juveniles del partido han dejado de creer en ellos porque sólo sirven sus propios fines de poder postergando los intereses sociales de las llamadas movilizaciones.
Testigos de esto son los miristas, los trokskistas, los anarquistas y los “comunistas que están fuera del partido”.

CULTURA OCCIDENTAL IBEROAMERICANA

La vida al contener la esencia del ser está dotada de dignidad.
Es una dignidad de origen que se proyecta a la convivencia con los afanes de perfeccionamiento de las personas que les permite dar contenido valórico a su existencia histórica.
El universo al contener la esencia del ser lo hace participar de la grandeza de la perfección en su funcionamiento y armonía.
La patria, que según San Agustín, es principio de nuestro ser y gobierno, está constituida por el pueblo, el territorio, la cultura y la soberanía. Justamente el pueblo y el territorio son parte de la vida y del universo. Por eso la patria contiene al ser como esencia, existencia y consistencia.
La cultura y la soberanía dan cuenta del asentamiento del pueblo en su territorio, para lograr satisfacer los requerimientos y demandas de la supervivencia que se genera por la obtención de los recursos alimenticios, infraestructura material para hacer posible la protección de la vida y recursos energéticos que son propios de los seres vivos. De ello surge la cultura que tiene orígenes que son propios del ser humano: buscar la verdad, hacer el bien, cumplir el deber y tener vivencias de la belleza. De allí deviene lo mágico, la religión, la filosofía, el arte, la ciencia y la tecnología. Pensar, sentir, querer y hacer según las capacidades, talentos, cualidades y dones generan los principios y valores que permiten aspirar a la realización personal, social e histórica de las personas que forman parte de un solo cuerpo, la patria, y de un solo espíritu, la nacionalidad y la cultura.
Los valores son ideas fuerza que dan contenido a la existencia de las personas en su afán de perfeccionamiento.
Estas ideas son forjadas por los pueblos en su misión de diseñar y construir la convivencia. Su proyección histórica es la creación de formas de ser y de convivir que dan origen a la identidad y autenticidad como pueblos dotados de cultura, capaces de generar tradiciones como momentos fugaces de plena realización.
Grecia, Roma y Germania son buenos testimonios de culturas heredadas por la cultura occidental cristiana incorporada a Iberoamérica por España y Portugal en su misión de forjar, a través de la hispanidad, el mestizaje y las cosmovisiones de los pueblos nativos, una nueva cultura para la humanidad.
Es la Cultura Occidental Iberoamericana.