FE RESUELTA
Nº 79 Abril 2011 fe.resuelta@gmail.com Patria- Estado – Destino
Director: Hugo Carreño Aránguiz http://feresueltachile.blogspot.com/ Fundada en Octubre del 2004
CULTURA, NACIONALISMO Y COOPERACIÓN INTERNACIONAL
Es un hecho establecido que en las naciones económicamente desarrollados la conciencia de la jerarquía de los valores está debilitada. En cambio en las naciones en vía de desarrollo frecuentemente las tradiciones ancestrales han conservado vivo y eficaz el sentido de ciertos valores humanos sumamente importantes. Ya lo decía José Antonio Primo de Rivera: “el hombre es portador de valores eternos”.
La cooperación científica, técnica y económica entre comunidades políticas económicamente desarrolladas y las naciones que aún están en los inicios de su desarrollo requieren mayor amplitud que la que hoy conocemos. El respeto a los valores humanos de estos pueblos debe ser respetado por los países desarrollados para evitar, como es común, buscar en ellas ventajas políticas, con espíritu de dominio. Es lo que ha ocurrido en las relaciones de Estados Unidos con las naciones iberoamericanas. Es indispensable, y lo exige la justicia, que esa ayuda técnica y financiera sea aportada con el más sincero desinterés político. Bien lo dijo Ramón Callís Arrigorriaga, Jefe fundador del MNS, al Presidente D. Eisenhower en su paso por Chile en 1962, “si el enemigo de la gran república norteamericana es el comunismo, su deber moral es relacionarse con nuestras patrias para resolver los problemas y el retraso de la justicia, a través de gobiernos con el sello hispánico y mestizo. El actual Presidente Norteamericano Barak Obama, de visita en Chile en marzo pasado, hizo un reconocimiento al proceso institucional chileno que difiere a lo ocurrido en las naciones árabes, donde se practica la violencia que conduce a la ingobernabilidad, para exigir un cambio de gobierno por renuncia del mandatario, como ocurrió en Egipto, o bien solicitan la presencia militar internacional, para lograr el cambio como ocurre en Libia. El Presidente Obama ha replanteado el pensamiento de Estados Unidos, en su concepción capitalista proyectado a la política, a través de la democracia liberal y el equilibrio que debe existir entre los poderes político, económico, militar y psicosocial, para el dominio de las fuerzas que influyen en las decisiones de la convivencia internacional. Hoy se trata de impedir el surgimiento de nuevos estados en el manejo de las relaciones internacionales. Con ingenuidad Obama describe las llamadas “revoluciones de los rebeldes” que luchan por la democratización de los estados árabes. Como era de esperar el gobierno y la oposición de Chile se sumaron a la política intervensionista de los dueños del poder.
El desarrollo pleno de la convivencia internacional requiere de una colaboración mutua que permita y favorezca una circulación ordenada y fecunda de capitales, hombres, conocimientos válidos, tecnologías y valores. De lo contrario surgirán gobiernos “hechizos” marcados por el marxismo y dotados de una actitud antinorteamericana que demorará más en el tiempo la solución definitiva, para nuestros pueblos que surgirá del nacionalismo.
La Venezuela de Hugo Chávez, el Ecuador de Rafael Correa y la Bolivia de Evo Morales son prueba de ello. Cuba y su populismo marxista, así como la Nicaragua de Ortega son opciones definidas por el estatismo totalitario del marxismo.
Es oportuno referir que, en general, se diferencia al socialismo del comunismo. El primero preconiza la colectivización de los bienes de “explotación”, mientras que el segundo colectiviza, además, los bienes de consumo. Sobre esto no debemos olvidar la socialización de los medios de producción en la época de la Unidad Popular hecha gobierno, ni debemos olvidar la colectivización de los medios de consumo a través de las JAP, juntas de abastecimientos y precios. Los dos sistemas están fundados sobre principios estatistas, y por eso el socialismo es condenable. Es necesario no confundir lo social con socialismo. Este último planifica la vida social en detrimento de la libertad de los individuos y de los cuerpos sociales. Se opone por tanto al bien común.
El nacionalismo del trabajo, fundamentado en la cultura occidental iberoamericana, pretende crear una fuerza política y social capaz de derrotar la revolución de los agnósticos, escépticos y relativistas del bien y la verdad, que aspiran al dominio de la humanidad a través del poder político y del poder de los dueños del dinero, de las armas y de las drogas, para lo cual difunden su moral formal antivalórica que destruye las ideas y creencias surgidas de la religión, de la filosofía, de las artes, de las ciencias y de la moral valórica, hechas civilización y cultura.
Es el momento de referirse a las culturas ancestrales. Contienen ideas y creencias que dan soporte a las culturas surgidas en los últimos veinte mil años. Sus pensamientos y virtudes de carácter cosmogónico y mítico acerca del hombre, la naturaleza, y la vida contienen una mística esotérica que lleva a una visión genérica de la esencia y existencia de ideas, hechos, actos y realizaciones.
Lo propio ocurre con las culturas de los llamados pueblos originarios donde conviven en una cierta armonía los dioses, la naturaleza y los seres vivos. Estas culturas originarias son usadas para la “revolución” con el fin de dividir y debilitar la vida espiritual de los pueblos. Lo mismo ocurre con el “proletariado” de los marxistas, que lo utilizan para poner en tensión la lucha de clases y avanzar en sus intenciones de dominio y en la construcción de su poder mundial hoy llamado globalización por su carácter internacional. No es verdad que los socialistas y comunistas busquen justicia para los “proletarios”, que son, para ellos, los hombres considerados pobres y desplazados carentes de conciencia de clase que ellos mismos dicen representar, por ser los creadores de tal conciencia. Para ello crearon la psicopolítica ( Beria y Granschi) y las guerras, donde usan la ignorancia y las armas para imponer, por el terror, su poder totalitario.
El nacionalismo patriótico social sindicalista llama a la militancia personal, social y corporativa de los chilenos que se sienten llamados a aportar su voluntad, su espíritu, su inteligencia, su formación valórica y su capacidad emocional al esfuerzo por la lucha permanente por la libertad, la dignidad y la justicia social.
El nacionalismo verdadero, el que va más allá del sentimiento, el territorio y la bandera se destaca ante los chilenos por unir el destino personal al destino de la patria. Todo lo que haga con su vida será valorado por analistas e historiadores y su quehacer permanente será incorporado a la memoria colectiva del nacionalismo chileno.
El nacional sindicalismo ha realizado una tarea de investigación y una acción pública que permita reunir en un mismo afán al nacionalismo, desde la emancipación hasta nuestros días. No hay que partir de cero. Allí está la forja de una forma de convivencia social que parte con la familia, la creación de los cuerpos sociales de la nación y la creación del estado. El estado es obra de Diego Portales. Están allí las guerras victoriosas por la independencia y soberanía de la patria. Está la construcción de un sistema económico que tuvo que financiar dos guerras y un poder militar que da consistencia al poder nacional. El poder nacional contiene capacidades, para producir alimentos para el pueblo, desarrollar la minería, la agricultura, la pesca, la ganadería, los bosques, la industria, el comercio, las obras civiles, las aldeas, pueblos y ciudades, las escuelas y universidades, los templos y campos de Marte de iglesias y regimientos, la energía para el desarrollo, los servicios del estado, con énfasis en la educación, la salud, la previsión social, la justicia y la vida ciudadana. En fin, todo lo que da contenido a la autoridad, al orden y a la jerarquía.
Los nacionalistas que consideraron cumplida su misión, por la derrota de la revolución popular del gobierno del Presidente Salvador Allende y sus fuerzas políticas, olvidan que entonces abrieron espacios a la libertad de la patria, pero hoy han decaído a una actitud de abandono de las causas patrióticas y sociales. Esta actitud de abandono la viven también otras fuerzas sociales, incluidas las fuerzas armadas, que creen que superados los peligros y urgencias cívicas todo está resuelto. Esto hace que sectores políticos y empresariales no trepiden en someter a las personas y a los cuerpos sociales, a injusticias, usuras e iniquidades, que sirven sólo a sus propios intereses y egoísmos.
Es escandaloso que quienes tuvieron participación en el gobierno militar, para lograr sus propios objetivos políticos y económicos, hoy se sumen a las críticas de la izquierda por los atropellos a los derechos humanos invocando la judicialización de la convivencia de los años setenta y ochenta. Rehuyen la responsabilidad de sus actos de gobierno y culpan a nacionalistas y servicios de inteligencia, por los hechos y delitos que se rechazan, y que son materias de procesos y condenas. Hubo empresarios que estaban dispuestos a darlo todo por la liberación de la patria y hoy se preocupan sólo de sus intereses económicos y de su situación de privilegio en la convivencia nacional.
El gobierno militar no se reduce a la violación de los derechos cívicos, humanos e institucionales. Es toda una obra de la que han usufructuado incluso los enemigos de la liberación nacional. Los gobiernos de la Concertación han estado veinte años en el poder político, sin resolver los problemas sociales de los trabajadores chilenos. Utilizaron el poder institucional, que tanto criticaron, para satisfacer sus propios intereses con la falacia de ser depositarios de una superioridad moral que nunca tuvieron. Aceptaron el neoliberalismo y postergaron soluciones sociales que le costaron la pérdida del gobierno. Por si fuera poco entregaron parte de nuestro territorio continental y marítimo a otro estado.
Por eso nos preocupa el abandono que genera la “misión cumplida”.
Chile necesita una fuerza nacionalista para enfrentar los esfuerzos de quienes aspiran a la revolución que proclaman socialistas y neoliberales, que en el fondo comparten similitud de fines, asuntos que se armonizan entregando poder político a las izquierdas, con el compromiso de no atentar contra el sistema económico liberal que sirve a los dueños del dinero y que posterga la libertad, la dignidad y la justicia social.
La patria nos llama.
La patria es eterna metafísica.
La patria es principio de nuestro ser y gobierno.
La nación es la fuerza espiritual de una comunidad humana, formada por personas, familias y organismos sociales asentados en un territorio, que contiene las ideas, los hechos, los actos y las realizaciones que conforman pensamientos, valores y voluntades que nos han dado origen en el tiempo histórico, para forjar una patria, un estado y un destino.
FREI Y SCHNEIDER
En las elecciones presidenciales de 1970 Salvador Allende logró un triunfo político que tuvo fuerte impacto en el gobierno del Presidente Eduardo Frei Montalva y en las fuerzas políticas de centro y de derecha. Se culpó de esta tensa situación política a la Democracia Cristiana, por persistir en la candidatura de Radomiro Tomic en lo electoral, y por las políticas públicas del gobierno de Frei que carecía de un proyecto doctrinal para gobernar la nación. Siempre quedó en la indefinición de sus conceptos y proyectos, por la fuerte disyuntiva que planteaban los sectores del socialismo marxista, autocalificados de revolucionarios, por la influencia de la revolución cubana de Fidel Castro.
El día que la Unidad Popular ganó el gobierno llevó a todos los sectores ciudadanos a reflexionar sobre el destino de la institucionalidad republicana de Chile.
Según sectores profesionales del poder militar el Presidente Frei Montalva habría convocado al Comandante en Jefe del Ejército a una reunión donde le planteó derechamente que los militares podrían evitar que Allende tomara el gobierno. En la ocasión afirmó que él era un demócrata y no podía vulnerar la constitución.
El general Schneider reunió al Cuerpo de Generales e informó la situación planteada por el Presidente Frei. Hubo un prolongado silencio y luego se escucharon conversaciones entre los asistentes. De pronto el Jefe del Ejército ofreció la palabra para conocer opiniones y propuestas. Lo inusual de la situación hizo que se adoptara una actitud de reserva. Siguen los rumores hasta que un general pide la palabra para expresar que la petición debe ser analizada teniéndose presente que constituye un delito político que no va a pasar desapercibido por las fuerzas políticas y las instituciones republicanas. Entonces surge la respuesta: se acepta siempre que el Presidente se haga responsable y sea parte de la solución. Es seguro, refirió uno de los presentes, que producido el acto el propio Presidente condenará la situación y cortará cabezas.
La postura oficial fue en los términos descritos. El general Schneider le dio la respuesta al Jefe del Estado. Nunca más se supo de ella. La situación anterior es conocida por los protagonistas. Uno de ellos, Julio Tapia Falk, que fuera abogado jefe del servicio jurídico de la FACH y asesor permanente de Mando Aéreo, ratificó los hechos. Tapia Falk fue Rector de la Universidad de Chile y Embajador de Chile en las Naciones Unidas.
MÁS PODER PARA LOS SINDICATOS
Abril es el preludio de los asuntos laborales y sindicales que siempre adquieren la significación de una festividad para los trabajadores chilenos. Este sólo hecho nos lleva a exponer nuestras ideas sobre el trabajo y las organizaciones gremiales y sindicales.
Nuestro sindicalismo es opuesto al sindicalismo de clases y al sindicalismo de partido. Es un sindicalismo de autogestión y social sindicalista. Para nosotros el nacionalismo del trabajo que predicamos contiene los principios y valores forjados por el movimiento nacional sindicalista chileno creado en 1947 como revista política y doctrinaria.
El sindicato es garantía de defensa de los derechos de los trabajadores y principal ariete, para abrir espacios en la convivencia social y política que permitan mayores grados de justicia y bienestar.
Fe Resuelta y el Frente Laboral de Chile saludan a los trabajadores, con motivo del Día del Trabajo, en la esperanza de hacer posible alcanzar su realización personal y social, en la convivencia nacional, con sindicatos dotados de soberanía capaces de construir una patria más libre, justa y participativa.
Todavía es tiempo de hacer realidad el Estatuto Social de la Empresa y el Consejo Nacional del Trabajo, para integrar a los trabajadores a forjar nuestro destino de unidad y de grandeza.
jueves, 31 de marzo de 2011
martes, 1 de marzo de 2011
FE RESUELTA Nº78 MARZO
FE RESUELTA
Nº 78 Marzo 2011 fe.resuelta@gmail.com Patria- Estado – Destino
Director: Hugo Carreño Aránguiz http://feresueltachile.blogspot.com/ Fundada en Octubre del 2004
CONGRESO DE PUCON
En el año 1980 se realizó un encuentro de nacionalistas en Pucón. Esta reunión política inquietó a sectores neoliberales del gobierno militar y, por cierto, a la oposición y a los disidentes del proceso institucional chileno. La reunión fue organizada por Eduardo Díaz Herrera. A ella asistieron, entre otros, Sergio Miranda, Mario Arnello, Juan Antonio Widow, Vittorio Di Girólamo y Misael Galleguillos, quienes expusieron diversos temas políticos, sociales y culturales, poniendo énfasis en la teoría de los cuerpos sociales y la soberanía social de la nación, la teoría del estado y la soberanía política, las diferencias del liberalismo y el nacionalismo, la cultura occidental iberoamericana y la situación geopolítica de Chile, y su misión histórica en el Pacífico, comprendido desde el polo austral pasando por nuestra polinesia hasta llegar al sur peruano, es decir, el Mar de Chile que en el sur penetra el Atlántico. Se definió un esquema ordenado de pensamiento articulado con nuestros principios y valores para dar respuesta a los requerimientos de la convivencia, de las instituciones que asumen un rol inequívoco, en el cumplimiento de los fines de la nación. En la ocasión los asistentes participaron en una ceremonia de ingreso de jóvenes nacionalistas de Chillán, Concepción y Temuco. Los jóvenes ingresaban al Movimiento Nacional Sindicalista. Estos hechos quedaron registrados en publicaciones de izquierda, en los centros políticos neoliberales y en el Nª 499 de la Revista Qué Pasa. Sumo interés produjo el discurso de incorporación de nuevos militantes nacionalistas. Entonces se expresó que “los jóvenes deben renovarse y abrir nuevos caminos. Los vientos del sur reclaman heroicidad de las juventudes. Deben forjar un nuevo tipo de vida histórica, un nuevo orden para la patria. Para ello deben vivir el espíritu de la milicia y el sentido misional de la fe. Chile requiere una forma de vida espiritual donde el patriotismo, la disciplina y la disposición al sacrificio, en el cumplimiento de las misiones y tareas que surgen de la vocación de servicio a la nación y a su pueblo sean motivaciones, para la militancia permanente de las nuevas generaciones nacionalistas”.
EL VERDADERO SENTIDO DE LA LLAMADA REVOLUCION.
Para muchos seguidores del nacionalismo la “revolución” es aún sinónimo de sublevación armada, de actos de violencia, de disturbios. No busca saber qué doctrina o que “filosofía” se esconde detrás de ese término. Se figuran que mientras no haya desorden no hay revolución. La llamada revolución, de marxistas y liberales, mina los principios de moral, de autoridad y de responsabilidad, que son las únicas garantías verdaderas contra los abusos de poder. Esta revolución lleva al mundialismo, que hoy es llamada globalización. También internacionalismo. Es contraria a la nacionalidad y a la cultura de los valores eternos. Su característica es la relatividad de los conocimientos y el relativismo ético. Promueven el aborto, la eutanasia y el matrimonio homosexual. Tal revolución se opone a la dignidad de los hombres, a sus derechos y al ejercicio de sus deberes como hombre y como miembro de un cuerpo social de la nación.
El estado debe contribuir a la realización de los fines de la nación. No al revés como creen los totalitarios. Quienes niegan la razón de ser de los cuerpos sociales, niegan al mismo tiempo la soberanía social y se proyectan a subordinar la acción pública sólo a la acción de la política y a la acción del estado. Ya entonces no hay libertad, ni justicia, ni participación, ni representación, ni “progreso”.
El progresismo es propio del liberalismo y del comunismo, que al final de cuentas lleva a las mismas consecuencias, de lo que en el pasado histórico de la humanidad se llamó esclavitud. Sobre esto es legítima la acción de los cuerpos sociales, principalmente de los sindicatos y gremios, las familias, las universidades, los cuerpos armados y la iglesia El avance de la tal revolución es también responsabilidad de las personas que con su egoísmo e indiferencia permiten la acción de quienes quieren la destrucción de la convivencia social, de la nacionalidad, de la tradición hecha memoria colectiva y de la cultura nacional. A ellos sólo les interesan los problemas personales.
El nacionalismo y el tradicionalismo contenidos en el nacional sindicalismo, son la solución porque estas fuerzas tienen una naturaleza espiritual que surge de la verdad, del bien y de la belleza.
Ya la Democracia Cristiana cometió el error de considerar más peligroso el anticomunismo que el comunismo. También prefirió el antiliberalismo que el liberalismo. Entonces quedó atrapada por sus propias limitaciones intelectuales. “Estamos contra el comunismo y el liberalismo, pero no somos anticomunistas, aunque combatimos el liberalismo”. Somos demócratas, pero no creemos en el anticomunismo. Es lo que llevó a la Democracia Cristiana chilena a impulsar la caída del Presidente Allende, siempre que, a corto plazo, se les entregara el poder político del estado. Como no lo consiguió en el gobierno militar se proyectó a conquistarlo a través de la izquierda, pero con ausencia del comunismo. Lo consiguió con los gobiernos de Patricio Aylwin y Eduardo Frei RT.
Como ahora “no les alcanza” no trepidan en aceptar la presencia del comunismo. Ya contribuyó a darles representación parlamentaria.
El nacionalismo contiene un espíritu de combate. Con ese espíritu se puede defender la civilización. Para nosotros, los de la América Hispana, los valores y principios de la cultura están en la Cultura Occidental Iberoamericana. La solución para nuestra América no fue Fidel Castro y su revolución populista de contenido marxista en Cuba. Como tampoco lo han sido Hugo Chávez de la revolución “bolivariana” en Venezuela, la Bolivia populista e indigenista de Evo Morales y el caudillista Rafael Correa de Ecuador. La solución es patriótica, social y cultural. El nacional sindicalismo es parte de la solución. Su deber es incorporar voluntades de personas militantes para la conquista del pueblo. Esto lo retrasará por un tiempo, pero a la larga formará un cuerpo circunstancial para lograr la libertad, la dignidad, la justicia, la participación y la grandeza de la patria. Desde 1947 hasta ahora se ha avanzado en esta misión. Cada generación ha aportado lo suyo. Hoy hemos reanudado la marcha y pretendemos llegar a destino. Hemos sido parte de un esfuerzo permanente para realizar los fines de la nación como patria, como estado y como destino. Quienes nos conocen saben de nosotros como nosotros sabemos que muchos nacionalsindicalistas han sido personas que viven en comunión espiritual con las ideas, actos y hechos que mantienen incólumes los principios y valores de la nacionalidad, la libertad, la soberanía de la patria y la calidad humana de su pueblo como hombres y mujeres que dan testimonio permanente de la identidad y de la unidad de una “raza cósmica” espiritual, como afirmara José Vasconcelos,, que es hispánica, mestiza y originaria de pueblos que se fusionaron étnica y culturalmente, para sumarse a quienes han definido su vocación de servicio al cumplimiento de un ideal hecho tradición, creación y cultura, para servir a Chile y a su pueblo. La verdad, los valores y la construcción de la convivencia nos obligan a luchar por la preservación de la vida y su perfeccionamiento.
MISION CUMPLIDA Y PROPUESTA NACIONALISTA
Sí en la patria, los hombres más ilustrados y consecuentes, que constituyen sus mandos y jerarquías, no responden como se espera de ellos, entonces se hace necesario y urgente apoyarse en hombres de base. Debemos ir a buscarlos y convencerlos en las oficinas, en las tiendas, en el campo, en las caletas, en las fábricas, en los talleres, en las escuelas y universidades, en las parroquias, en los hogares y en las corporaciones. Cuando la misión se da por cumplida surge el espíritu de abandono. Es una señal de alerta, para innovar procesos e instituciones, a fin de salvaguardar lo permanente de las ideas y creencias de la nación toda. Es, en parte, lo ocurrido con la gesta del 11 de septiembre de 1973, donde los neoliberales desplazaron al poder social generado por gremios y sindicatos, en su lucha por derrotar a los impulsores del populismo socialista que pretendían los seguidores de Marx y de Castro.. No había en Chile personeros comunistas de calidad política. Sólo estaba el solitario quehacer del Presidente Salvador Allende, vinculado a la masonería y comprometido con poderes fácticos, que lo llevaron al suicidio, como ocurrió antes con el sindicalista Luís Emilio Recabarren. No es el caso del Presidente Manuel Balmaceda que luchó contra el liberalismo en la peor de sus formas políticas: el parlamentarismo y la destrucción del estado nacional.
Como afirmara Ramón Callís Arrigorriaga, “en el Movimiento cada hombre vale lo que sea capaz de dar” o como dijera posteriormente Pierre Chateau-Jobert “cada hombre ha de asumir el puesto de mayor responsabilidad y máxima eficacia en nuestro combate. El puesto de cada uno será lo que cada cual haga con él”.
En todo caso aquí prima el temperamento y las aptitudes de las personas, para sumarse a las tareas y misiones de nuestra lucha permanente por la independencia y soberanía de la nación chilena. Cada nuevo camarada llega con su voluntad, sus conocimientos, su experiencia, sus posibilidades y su verdadero valor como chileno.
Nuestro fin no es criticar sino unir a los nacionalistas y al tradicionalismo. El principio de la dignidad del hombre obliga a los dueños del poder y del dinero a abstenerse de usar a las personas como vulgares instrumentos de lucro o como simple engranaje del sistema productivo, debiendo no sólo asegurar lo que es necesario a la dignidad humana, para vivir en buenas condiciones, sino también facilitarle todo lo que le permita un desarrollo armónico en lo físico, lo intelectual y social; en la seguridad personal y familiar; en lo que concierne a su enriquecimiento espiritual. Es para satisfacer este principio esencial que deben desarrollarse leyes protectoras, especialmente de la familia, de las condiciones de trabajo, de los obreros, de las mujeres, de los niños y de los ancianos. La diversidad de funciones sociales asegura en la sociedad una complementariedad de esfuerzos que juegan en beneficio de todos, con tal que se respete la justicia y el bienestar. Obliga además a tomar conciencia de aquella solidaridad que debe existir entre los hombres, miembros distintos de una misma sociedad. La doctrina económica desarrollada por el Movimiento Nacional Sindicalista considera la integración de todos al proceso productivo, la participación de todos en los beneficios del desarrollo y el destino universal de los bienes y servicios. Las leyes del estado deben asegurar el derecho de acceso a la propiedad de los bienes que garanticen el cumplimiento de los fines de la familia y del hogar como proyección al territorio de la patria.
El destino universal de los bienes hace posible la búsqueda del bien común como justicia social y como valor moral. En el plano personal la propiedad permite al hombre el ejercicio de su voluntad. Le facilita las iniciativas y las medidas de previsión. Lo libera de apremios y servidumbres materiales que podrían disminuirlo. Exalta el gusto por el trabajo y el sentido de responsabilidad. En el plano familiar la propiedad es una base de seguridad. Garantiza la estabilidad. Proporciona a la familia un ambiente que permite su mejor desenvolvimiento y desarrollo. En el plano social corresponde al gusto innato del hombre por la libre disposición de los bienes que le son necesarios. Permite, además, el ejercicio del deber de justicia y de solidaridad. Hace posible la participación en fundaciones de bien, para lograr resultados aceptables en la superación de carencias físicas, sociales, éticas y culturales. También reconocemos, como nacionalistas, el derecho al trabajo, pues todo hombre tiene el derecho de asegurar su existencia, y de encontrar los medios para proveer su propia vida y la de quienes dependen de él. Se trata aquí de un derecho fundamental que se complementa con el derecho a nacer, crecer, educarse y realizarse que proclamaron los nacional sindicalistas en la Revista Bandera Negra fundada en 1947.
El trabajo del hombre es personal, necesario y social, Contribuye a la realización personal y social del hombre. Esa es la razón de la dignidad del trabajo que se opone a la concepción liberal, según la cual el trabajo es una mercancía. Para el marxismo el trabajo es una fuerza productiva al servicio del estado totalitario socialista. El trabajo debe ser remunerado con un salario justo, para financiar la vida familiar. En Chile se habla, por mensaje de la Iglesia Católica, de un sueldo ético. En un régimen nacionalista y sindical todo hombre debe poder encontrar un trabajo que le asegure lo necesario. Es la ocupación laboral plena. Para el nacional sindicalismo el trabajo representa un alto valor moral. Es una fuente de perfeccionamiento moral y material que contribuye al pleno desarrollo del trabajador en la sociedad. El trabajo es un factor de unidad. Reúne a los hombres asociados a una misma tarea: la de hacer vivir a la comunidad. Contribuye eficazmente a la realización de los fines de la nación.
La lucha de clases al interior de las naciones y las guerras en la convivencia internacional obedecen a los intereses de los dueños del dinero, de las armas y de las drogas. También a las presiones del poder político totalitario de las fuerzas estatistas. Por eso es necesario construir un sistema económico libre, social y solidario que haga posible la convivencia nacional y que propenda a la creación de una forma económica que proyectada a la convivencia internacional entre naciones y estados permita el intercambio de bienes y servicios que generen amistad y compromisos en la mutua defensa de los objetivos compartidos. El sistema económico nacionalista se caracteriza por la ocupación plena, la autogestión, el social sindicalismo, la capacidad productiva de las pequeñas y medianas empresas, la explotación sustentable de los recursos naturales, la generación de energía limpia, a través de empresas integradas al planeamiento y al Proyecto Nacional que contenga un reconocimiento expreso a las actividades agrícolas, forestales, ganaderas y pesqueras productoras de alimentos para la supervivencia del pueblo, sin dejar de considerar al comercio y al turismo. Esta descripción constituye una visión de la vida productiva de la nación, dotada de un sistema financiero que no subordina la actividad económica a los intereses y especulaciones.
En la economía social sindicalista el derecho de asociación de los gremios y sindicatos, como cuerpos sociales, debe ser libre, autónomo, jerarquizado y participativo. Su actividad específica en el sistema económico es un elemento de unidad para los trabajadores y un aporte concreto en la producción de bienes y servicios, para satisfacer las demandas de la convivencia. El sindicato hace más factible la aplicación de la justicia porque codifica y mantiene en sus justos límites las aspiraciones, lo que evita herir los intereses legítimos de los trabajadores.
Nº 78 Marzo 2011 fe.resuelta@gmail.com Patria- Estado – Destino
Director: Hugo Carreño Aránguiz http://feresueltachile.blogspot.com/ Fundada en Octubre del 2004
CONGRESO DE PUCON
En el año 1980 se realizó un encuentro de nacionalistas en Pucón. Esta reunión política inquietó a sectores neoliberales del gobierno militar y, por cierto, a la oposición y a los disidentes del proceso institucional chileno. La reunión fue organizada por Eduardo Díaz Herrera. A ella asistieron, entre otros, Sergio Miranda, Mario Arnello, Juan Antonio Widow, Vittorio Di Girólamo y Misael Galleguillos, quienes expusieron diversos temas políticos, sociales y culturales, poniendo énfasis en la teoría de los cuerpos sociales y la soberanía social de la nación, la teoría del estado y la soberanía política, las diferencias del liberalismo y el nacionalismo, la cultura occidental iberoamericana y la situación geopolítica de Chile, y su misión histórica en el Pacífico, comprendido desde el polo austral pasando por nuestra polinesia hasta llegar al sur peruano, es decir, el Mar de Chile que en el sur penetra el Atlántico. Se definió un esquema ordenado de pensamiento articulado con nuestros principios y valores para dar respuesta a los requerimientos de la convivencia, de las instituciones que asumen un rol inequívoco, en el cumplimiento de los fines de la nación. En la ocasión los asistentes participaron en una ceremonia de ingreso de jóvenes nacionalistas de Chillán, Concepción y Temuco. Los jóvenes ingresaban al Movimiento Nacional Sindicalista. Estos hechos quedaron registrados en publicaciones de izquierda, en los centros políticos neoliberales y en el Nª 499 de la Revista Qué Pasa. Sumo interés produjo el discurso de incorporación de nuevos militantes nacionalistas. Entonces se expresó que “los jóvenes deben renovarse y abrir nuevos caminos. Los vientos del sur reclaman heroicidad de las juventudes. Deben forjar un nuevo tipo de vida histórica, un nuevo orden para la patria. Para ello deben vivir el espíritu de la milicia y el sentido misional de la fe. Chile requiere una forma de vida espiritual donde el patriotismo, la disciplina y la disposición al sacrificio, en el cumplimiento de las misiones y tareas que surgen de la vocación de servicio a la nación y a su pueblo sean motivaciones, para la militancia permanente de las nuevas generaciones nacionalistas”.
EL VERDADERO SENTIDO DE LA LLAMADA REVOLUCION.
Para muchos seguidores del nacionalismo la “revolución” es aún sinónimo de sublevación armada, de actos de violencia, de disturbios. No busca saber qué doctrina o que “filosofía” se esconde detrás de ese término. Se figuran que mientras no haya desorden no hay revolución. La llamada revolución, de marxistas y liberales, mina los principios de moral, de autoridad y de responsabilidad, que son las únicas garantías verdaderas contra los abusos de poder. Esta revolución lleva al mundialismo, que hoy es llamada globalización. También internacionalismo. Es contraria a la nacionalidad y a la cultura de los valores eternos. Su característica es la relatividad de los conocimientos y el relativismo ético. Promueven el aborto, la eutanasia y el matrimonio homosexual. Tal revolución se opone a la dignidad de los hombres, a sus derechos y al ejercicio de sus deberes como hombre y como miembro de un cuerpo social de la nación.
El estado debe contribuir a la realización de los fines de la nación. No al revés como creen los totalitarios. Quienes niegan la razón de ser de los cuerpos sociales, niegan al mismo tiempo la soberanía social y se proyectan a subordinar la acción pública sólo a la acción de la política y a la acción del estado. Ya entonces no hay libertad, ni justicia, ni participación, ni representación, ni “progreso”.
El progresismo es propio del liberalismo y del comunismo, que al final de cuentas lleva a las mismas consecuencias, de lo que en el pasado histórico de la humanidad se llamó esclavitud. Sobre esto es legítima la acción de los cuerpos sociales, principalmente de los sindicatos y gremios, las familias, las universidades, los cuerpos armados y la iglesia El avance de la tal revolución es también responsabilidad de las personas que con su egoísmo e indiferencia permiten la acción de quienes quieren la destrucción de la convivencia social, de la nacionalidad, de la tradición hecha memoria colectiva y de la cultura nacional. A ellos sólo les interesan los problemas personales.
El nacionalismo y el tradicionalismo contenidos en el nacional sindicalismo, son la solución porque estas fuerzas tienen una naturaleza espiritual que surge de la verdad, del bien y de la belleza.
Ya la Democracia Cristiana cometió el error de considerar más peligroso el anticomunismo que el comunismo. También prefirió el antiliberalismo que el liberalismo. Entonces quedó atrapada por sus propias limitaciones intelectuales. “Estamos contra el comunismo y el liberalismo, pero no somos anticomunistas, aunque combatimos el liberalismo”. Somos demócratas, pero no creemos en el anticomunismo. Es lo que llevó a la Democracia Cristiana chilena a impulsar la caída del Presidente Allende, siempre que, a corto plazo, se les entregara el poder político del estado. Como no lo consiguió en el gobierno militar se proyectó a conquistarlo a través de la izquierda, pero con ausencia del comunismo. Lo consiguió con los gobiernos de Patricio Aylwin y Eduardo Frei RT.
Como ahora “no les alcanza” no trepidan en aceptar la presencia del comunismo. Ya contribuyó a darles representación parlamentaria.
El nacionalismo contiene un espíritu de combate. Con ese espíritu se puede defender la civilización. Para nosotros, los de la América Hispana, los valores y principios de la cultura están en la Cultura Occidental Iberoamericana. La solución para nuestra América no fue Fidel Castro y su revolución populista de contenido marxista en Cuba. Como tampoco lo han sido Hugo Chávez de la revolución “bolivariana” en Venezuela, la Bolivia populista e indigenista de Evo Morales y el caudillista Rafael Correa de Ecuador. La solución es patriótica, social y cultural. El nacional sindicalismo es parte de la solución. Su deber es incorporar voluntades de personas militantes para la conquista del pueblo. Esto lo retrasará por un tiempo, pero a la larga formará un cuerpo circunstancial para lograr la libertad, la dignidad, la justicia, la participación y la grandeza de la patria. Desde 1947 hasta ahora se ha avanzado en esta misión. Cada generación ha aportado lo suyo. Hoy hemos reanudado la marcha y pretendemos llegar a destino. Hemos sido parte de un esfuerzo permanente para realizar los fines de la nación como patria, como estado y como destino. Quienes nos conocen saben de nosotros como nosotros sabemos que muchos nacionalsindicalistas han sido personas que viven en comunión espiritual con las ideas, actos y hechos que mantienen incólumes los principios y valores de la nacionalidad, la libertad, la soberanía de la patria y la calidad humana de su pueblo como hombres y mujeres que dan testimonio permanente de la identidad y de la unidad de una “raza cósmica” espiritual, como afirmara José Vasconcelos,, que es hispánica, mestiza y originaria de pueblos que se fusionaron étnica y culturalmente, para sumarse a quienes han definido su vocación de servicio al cumplimiento de un ideal hecho tradición, creación y cultura, para servir a Chile y a su pueblo. La verdad, los valores y la construcción de la convivencia nos obligan a luchar por la preservación de la vida y su perfeccionamiento.
MISION CUMPLIDA Y PROPUESTA NACIONALISTA
Sí en la patria, los hombres más ilustrados y consecuentes, que constituyen sus mandos y jerarquías, no responden como se espera de ellos, entonces se hace necesario y urgente apoyarse en hombres de base. Debemos ir a buscarlos y convencerlos en las oficinas, en las tiendas, en el campo, en las caletas, en las fábricas, en los talleres, en las escuelas y universidades, en las parroquias, en los hogares y en las corporaciones. Cuando la misión se da por cumplida surge el espíritu de abandono. Es una señal de alerta, para innovar procesos e instituciones, a fin de salvaguardar lo permanente de las ideas y creencias de la nación toda. Es, en parte, lo ocurrido con la gesta del 11 de septiembre de 1973, donde los neoliberales desplazaron al poder social generado por gremios y sindicatos, en su lucha por derrotar a los impulsores del populismo socialista que pretendían los seguidores de Marx y de Castro.. No había en Chile personeros comunistas de calidad política. Sólo estaba el solitario quehacer del Presidente Salvador Allende, vinculado a la masonería y comprometido con poderes fácticos, que lo llevaron al suicidio, como ocurrió antes con el sindicalista Luís Emilio Recabarren. No es el caso del Presidente Manuel Balmaceda que luchó contra el liberalismo en la peor de sus formas políticas: el parlamentarismo y la destrucción del estado nacional.
Como afirmara Ramón Callís Arrigorriaga, “en el Movimiento cada hombre vale lo que sea capaz de dar” o como dijera posteriormente Pierre Chateau-Jobert “cada hombre ha de asumir el puesto de mayor responsabilidad y máxima eficacia en nuestro combate. El puesto de cada uno será lo que cada cual haga con él”.
En todo caso aquí prima el temperamento y las aptitudes de las personas, para sumarse a las tareas y misiones de nuestra lucha permanente por la independencia y soberanía de la nación chilena. Cada nuevo camarada llega con su voluntad, sus conocimientos, su experiencia, sus posibilidades y su verdadero valor como chileno.
Nuestro fin no es criticar sino unir a los nacionalistas y al tradicionalismo. El principio de la dignidad del hombre obliga a los dueños del poder y del dinero a abstenerse de usar a las personas como vulgares instrumentos de lucro o como simple engranaje del sistema productivo, debiendo no sólo asegurar lo que es necesario a la dignidad humana, para vivir en buenas condiciones, sino también facilitarle todo lo que le permita un desarrollo armónico en lo físico, lo intelectual y social; en la seguridad personal y familiar; en lo que concierne a su enriquecimiento espiritual. Es para satisfacer este principio esencial que deben desarrollarse leyes protectoras, especialmente de la familia, de las condiciones de trabajo, de los obreros, de las mujeres, de los niños y de los ancianos. La diversidad de funciones sociales asegura en la sociedad una complementariedad de esfuerzos que juegan en beneficio de todos, con tal que se respete la justicia y el bienestar. Obliga además a tomar conciencia de aquella solidaridad que debe existir entre los hombres, miembros distintos de una misma sociedad. La doctrina económica desarrollada por el Movimiento Nacional Sindicalista considera la integración de todos al proceso productivo, la participación de todos en los beneficios del desarrollo y el destino universal de los bienes y servicios. Las leyes del estado deben asegurar el derecho de acceso a la propiedad de los bienes que garanticen el cumplimiento de los fines de la familia y del hogar como proyección al territorio de la patria.
El destino universal de los bienes hace posible la búsqueda del bien común como justicia social y como valor moral. En el plano personal la propiedad permite al hombre el ejercicio de su voluntad. Le facilita las iniciativas y las medidas de previsión. Lo libera de apremios y servidumbres materiales que podrían disminuirlo. Exalta el gusto por el trabajo y el sentido de responsabilidad. En el plano familiar la propiedad es una base de seguridad. Garantiza la estabilidad. Proporciona a la familia un ambiente que permite su mejor desenvolvimiento y desarrollo. En el plano social corresponde al gusto innato del hombre por la libre disposición de los bienes que le son necesarios. Permite, además, el ejercicio del deber de justicia y de solidaridad. Hace posible la participación en fundaciones de bien, para lograr resultados aceptables en la superación de carencias físicas, sociales, éticas y culturales. También reconocemos, como nacionalistas, el derecho al trabajo, pues todo hombre tiene el derecho de asegurar su existencia, y de encontrar los medios para proveer su propia vida y la de quienes dependen de él. Se trata aquí de un derecho fundamental que se complementa con el derecho a nacer, crecer, educarse y realizarse que proclamaron los nacional sindicalistas en la Revista Bandera Negra fundada en 1947.
El trabajo del hombre es personal, necesario y social, Contribuye a la realización personal y social del hombre. Esa es la razón de la dignidad del trabajo que se opone a la concepción liberal, según la cual el trabajo es una mercancía. Para el marxismo el trabajo es una fuerza productiva al servicio del estado totalitario socialista. El trabajo debe ser remunerado con un salario justo, para financiar la vida familiar. En Chile se habla, por mensaje de la Iglesia Católica, de un sueldo ético. En un régimen nacionalista y sindical todo hombre debe poder encontrar un trabajo que le asegure lo necesario. Es la ocupación laboral plena. Para el nacional sindicalismo el trabajo representa un alto valor moral. Es una fuente de perfeccionamiento moral y material que contribuye al pleno desarrollo del trabajador en la sociedad. El trabajo es un factor de unidad. Reúne a los hombres asociados a una misma tarea: la de hacer vivir a la comunidad. Contribuye eficazmente a la realización de los fines de la nación.
La lucha de clases al interior de las naciones y las guerras en la convivencia internacional obedecen a los intereses de los dueños del dinero, de las armas y de las drogas. También a las presiones del poder político totalitario de las fuerzas estatistas. Por eso es necesario construir un sistema económico libre, social y solidario que haga posible la convivencia nacional y que propenda a la creación de una forma económica que proyectada a la convivencia internacional entre naciones y estados permita el intercambio de bienes y servicios que generen amistad y compromisos en la mutua defensa de los objetivos compartidos. El sistema económico nacionalista se caracteriza por la ocupación plena, la autogestión, el social sindicalismo, la capacidad productiva de las pequeñas y medianas empresas, la explotación sustentable de los recursos naturales, la generación de energía limpia, a través de empresas integradas al planeamiento y al Proyecto Nacional que contenga un reconocimiento expreso a las actividades agrícolas, forestales, ganaderas y pesqueras productoras de alimentos para la supervivencia del pueblo, sin dejar de considerar al comercio y al turismo. Esta descripción constituye una visión de la vida productiva de la nación, dotada de un sistema financiero que no subordina la actividad económica a los intereses y especulaciones.
En la economía social sindicalista el derecho de asociación de los gremios y sindicatos, como cuerpos sociales, debe ser libre, autónomo, jerarquizado y participativo. Su actividad específica en el sistema económico es un elemento de unidad para los trabajadores y un aporte concreto en la producción de bienes y servicios, para satisfacer las demandas de la convivencia. El sindicato hace más factible la aplicación de la justicia porque codifica y mantiene en sus justos límites las aspiraciones, lo que evita herir los intereses legítimos de los trabajadores.
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