domingo, 1 de marzo de 2009

FE RESUELTA Nª53


Nº 53 Febrero 2009 fe.resuelta@gmail.com Patria- Estado – Destino
Director: Hugo Carreño Aránguiz http://feresueltachile.blogspot.com/ Fundada en Octubre del 2004


ROTO CHILENO
El 20 de Enero pasado se cumplieron 170 años de la Batalla de Yungay. En ella participaron las fuerzas patrióticas bajo el mando del General Manuel Bulnes y los soldados de la Confederación Perú Boliviana que dirigía Andrés de Santa Cruz.
En la Batalla de Yungay se puso de manifiesto el espíritu guerrero del pueblo de Chile. Con anterioridad Chile había triunfado en el Pan de Azúcar y Ancasch, donde miles de bajas demostraron que los fines de la guerra, aunque secretos, pretendían la destrucción de la naciente República dotada de un estado realizador.
Como recuerdo de esa gloriosa gesta se tiene el Monumento al Roto Chileno, como reconocimiento a los hombres que hicieron posible la libertad y la soberanía como elementos básicos para la construcción de la institucionalidad de la patria chilena. También quedó de recuerdo la Canción de Yungay, que se transformó en nuestro segundo Himno Nacional.
La tradición del ejército vencedor, jamás vencido, vivió una experiencia militar que se expresó luego en la Guerra del Pacífico.
Para el Nacionalsindicalismo el Roto Chileno es la expresión genuina del mestizaje que mantiene en las fuerzas militares permanentes el espíritu guerrero que nos ha dado prestigio, independencia y grandeza.

FUNDACIÓN DE LA PATRIA
El 12 de Febrero de 1541 se fundó la patria chilena por el Capitán General Pedro de Valdivia, que estableció el nuevo reino en Santiago para proseguir la conquista hacia el sur hasta cruzar la frontera e incorporar nuevos territorios sobre el Arauco.
Los chilenos somos hijos de España y de Arauco, que nos dieron carácter como pueblo guerrero.
Arauco llamó el poeta Alonso de Ercilla a los hombres que defendieron y lucharon por su dominio en territorios que nacen de Itata hacia el sur, donde vivían también otros pueblos de igual estirpe al resto de quienes poblaron el territorio chileno que se extendía desde el desierto hasta los nevados espacios del Polo Sur y desde los Andes al mar hasta penetrar la Patagonia que bañaba con aguas del Atlántico las costas de la nueva patria que siempre miró a las estrellas como ruta de su ser histórico cultural.
No debemos olvidar que antes de la venida de Valdivia, cruzó el norte hasta las tierras Diaguitas el conquistador Diego de Almagro y que retornó a Perú, para lograr la realización de sus sueños hispanoamericano, con autoridad, mando y jerarquía.
También hubo conquistas por los navegantes españoles Saavedra y Magallanes que marcaron hitos que, por tales, aún tienen una presencia principal en la imagen colectiva de nuestra realidad territorial y cultural sobre la cual debe ser ejercida la chilenidad como misión permanente que se ha venido transmitiendo de generación en generación con los altibajos de la clase política que nos ha hecho perder más de un millón doscientos mil kilómetros cuadrados de superficie continental y otros tantos de territorialidad marítima y aérea.




Del punto referente de la fundación de Santiago se construyó la hispanidad americana y el mestizaje para generar la cultura
chilena como parte esencial de la cultura occidental iberoamericana.

NUESTRA PALABRA
El lenguaje es el instrumento comunicacional más importante que tiene una institución política y social, sobretodo si tiene fines de bien público, para la realización personal y social de las personas.
La idea del bien, del deber y de la verdad como orientadora de las decisiones y propuestas deben estar contenidas en discursos y publicaciones.
El Nacionalsindicalismo ha comprometido su accionar en libros, folletos y publicaciones informativas.
Entre ellas figuran Proa, Escritos, Presencia y Fe Resuelta.
Mención especial merecen los libros, publicados los últimos cuatro años, Educación, Ciencia y Valores (2004), Centenario del Nacionalismo (2005), La Patria de los Valores Eternos (2006), de Misael Galleguillos que hablan sobre principios, valores, experiencias y realizaciones donde ha quedado establecido el accionar nacionalsindicalista, para ser conocido y considerado por las personas e instituciones que se dedican al estudio de estas materias. El año 2006 Misael Galleguillos y Hugo Carreño, publicaron Sin Soberanía no Hay Nación.
Las publicaciones son instrumentos para consolidar a las instituciones que es precisamente lo que ha intentado el Movimiento Nacional Sindicalista, cuyas proyecciones a la comunidad nacional parecen ser acertadas, pues sus contenidos han servido para diseñar un enfoque de valoración para quienes les interesa el nacionalismo, incluidos los servicios de Internet, donde se han fichado las publicaciones dando a conocer sus contenidos y los análisis que se hacen para dar objetividad a las tareas que cumplen con ciertos requerimientos de verdad, vigencia valórica y continuidad .
Falta conocer la respuesta de nuestros lectores o escuchas de nuestro mensaje.

FORMA POLÍTICA Y PODER SOCIAL
Nuestras declaraciones comprenden conceptos y proposiciones.
Los conceptos se pueden definir de principios fundamentales y las proposiciones se caracterizan por su contenido y su forma.
El contenido debe ser completamente general y la forma tautológica.
La proposición no debe contener contradicciones.
La tautología expresa acuerdos con todas las posibilidades de verdad y la contradicción con ninguna.
Que una proposición no contenga tautologías ni contradicciones significa que es una proposición empírica o contingente.
Empírica significa evidenciada por experiencias. De modo que nuestra palabra está sometida al análisis para establecer cualidades doctrinales y sus proyecciones a la forma de ser y de convivir de las personas.
La forma de ser de los nacionalsindicalista, permite elaborar un perfil del deber ser de quienes forman parte de nuestra institución y de los patriotas que se adscriben a la nacionalidad hecha tradición y cultura.
La presencia de nuestro estilo y doctrina está formulada por todos los escritos que contienen nuestros conceptos y proposiciones y por la forma de vida de todas las personas que han sido o son parte del Movimiento Nacional Sindicalista.
Ser parte es más que participar.
Ser parte del Movimiento es ser parte de la chilenidad y, por lo tanto, nuestra actitud de servir a Chile y a su pueblo implica estar en forma permanente pensando a la nación y a las acciones que contengan en forma manifiesta o encubierta afanes de destrucción de nuestro ser histórico cultural, para separar a los chilenos de su fe resuelta en la patria y generar con ello un horizonte de apatridia que tiene como consecuencia debilitar nuestra voluntad de ser nación e introducir factores de desvinculación y desarraigo que abren los espacios a la desintegración y a la anarquía que buscan quienes están al servicio de otras naciones y estados o que son servidores de quienes son dueños del dinero y manejan las decisiones de todas las fuerzas que concurren al poder nacional, cuya misión es diseñar y construir formas políticas que contribuyan al cumplimiento de los fines de la nación.
Si Chile no está bien es responsabilidad de sus políticos y de quienes dirigen o han dirigido sus cuerpos sociales. principalmente, de la Iglesia, las Universidades, los Cuerpos Militares, los Sindicatos y la Familia.
Si ayer los dirigentes sociales formaron un poder gremial para cautelar la libertad, la dignidad y los bines de la convivencia hoy debe revisar su conducta en relación a las funciones intransferibles que deben cumplir, para lograr los fines que les corresponda a fin de contribuir a la realización de los principios y objetivos de la nación en la circunstancia histórica que se vive.
No sólo tienen responsabilidad los políticos y su clase dirigente, sino que también la tienen, en menor grado, los conductores de los cuerpos sociales.
La clase política puede ser desplazada por la juventud y los trabajadores, adscritos a la escuela, al sindicato y al municipio, si tienen capacidad para vertebrar un movimiento nacional dotado de los principios y valores de la nacionalidad y sus componentes sociales, de modo de tener el poder necesario para redefinir la convivencia política, que tiene excluidas a las personas y a los cuerpos sociales de las decisiones de su vida cotidiana, para usar los presupuestos que el Congreso le entrega al gobierno con los fines de mejorar la convivencia y alcanzar los grados de libertad, dignidad y justicia social.
En Chile el estado lo creó Diego Portales y el nacionalismo lo proclama como forma adecuada para alcanzar los objetivos de la vida en comunidad, con la introducción de los factores que corresponda a la forma de convivencia que hoy se proclaman como esenciales para la participación social plena.
Ha llegado la hora de reconocer la soberanía social y zafarla de la sumisión a la soberanía política.
Este mal lo han establecido el neoliberalismo y el socialismo marxista.
Es más, los componentes de la soberanía social deben considerar al nacionalismo como opción política por su planteamiento de libertad, autonomía y participación de los cuerpos sociales de la nación en la estructura del estado.
De la misma forma en que los institutos o fundaciones pregonan su lealtad a las personas que han puesto su vida al servicio de un ideal patriótico, como lo son el Instituto de Estudios Históricos Arturo Prat, el Centro de Estudios Lircay y otros que se dedican al estudio de hechos, de planteamientos y de circunstancias que fueron momentos de plena realización personas, social e histórica que dieron paso a la forja del espíritu de la patria.
El siglo XX abrió espacios al nacionalismo chileno que tubo protagonismo en los grandes acontecimientos en que se puso en jaque a la institucionalidad y al espíritu nacional.
Basta con nombrar a Guillermo Subercasseaux, Francisico Antonio Encina y a Nicolás Palacios; a Oscar Alvares Andrew, Fernando Guarello y Carlos Keller; Jorge Prat, Ramón Callis y Guillermo Izquierdo Araya; Misael Galleguillos, Erwin Robertson y Pablo Rodríguez. Todos nacionalistas que lograron algún liderazgo al interior de esta escuela de pensamiento, sin dejar de considerar a Osvaldo Lira, Miguel Serrano, Jaime Eyzaguirre, Mario Góngora, Eugenio Cáceres, Mario Urzúa, Ariel Peralta, Eduardo Sánchez, Juan Antonio Widow, Jorge Vargas y Carlos Sánchez Hurtado.
Debemos mencionas, además, a los hombres del sindicalismo nacionalista, donde figuran Federico Mujica, Alvaro Villamando, Pedro Zurita, Jorge Salinas e Ivan Katalinich.
En la acción pública nacionalista mencionamos a los generales Carlos Ibáñez, Ariosto Herrera, Roberto Viaux y Alfredo Canales, sin excluir al Mayor Arturo Marschall y a los analistas Gastón Acuña, Julio Fernández y Jaime Lorza.
Agregaremos a los dirigentes universitarios Gabriel Pumarino, Alvaro Ulloa, Juan Olhaverry, René Inostroza, Renato Carmona y al hombre del Pedagógico, siempre recordado por Germán Moreno, Sergio Aguirre Latcham.
Por otra parte, podemos mencionar a académicos y autoridades universitarias como Juan Gómez Millas, Hector Herrera Cajas, Hugo Gálvez, Fernando González, José Antonio Videla, Carlos Acevedo, Jaime Etchepare, Rita García, Germán Cuevas, Ricardo Herrera, Alfredo Maculet, Luís García de Cortazar, Julio López. Luís Silva, Daniel de la Vega, Sebastián Fernández, Luís Lázaro y Osvaldo Lira, entre otros varios. También fueron autoridades Juan Antonio Widow, Werner von Bischoffhausen, Eugenio Cáceres y Misael Galleguillos. Como reconocimiento a los aportes brindados al quehacer nacionalista debemos considerar a Hugo Torres, Hernán Munita, Delfín Alcalde, Olegario Vásquez, Oleg Kunakof, Walter Abdul Malak, Mario Tapia, Jorge Silva, Enrique Mûnschmayer, Jorge Danto, Jorge Luer, Jorge Santibáñez, Marcos Bartucevich, Edmundo Gana, Salvador Villanueva, Patricio González, Alan Jofré, José Bodelón, Manuel Barrera, Rolando Pohl, Ramiro Rodríguez, Luís Muñoz, Luís Manriquez, Sergio Lillo, Ricardo Lillo, Jaime Saura, Rogelio Molina, Tegualda Pavez, Raúl Ramírez, Luís Sánchez, Francisco Soto, José Cavallieri, Germán Vidal, Rubén Santander, María Teresa Mardónez, Tito Mundt, Alfonso Ezquerra, Juan Vergara, Luís Lillo, Jaime Tramón, Cristian Molina, Ricardo Contreras, Jaime Sepúlveda y Jaime Widow y Juan Diego Dávila Basterrica.
Mencionar personas es un acto testimonial que da consistencia a nuestra forma de ser y convivir para dejar manifiesta nuestra proyección a la vida cotidiana de nuestra nación, donde el quehacer vocacional se nutre de las experiencias, virtudes y verdades que hemos proclamado como Movimiento puesto al servicio de la patria. La personas que deseen contactarse o contribuir a nuestro esfuerzo político deben dirigirse a fe.resuelta@gmail.com.

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