sábado, 30 de enero de 2010

FE RESUELTA Nº65 - FEBRERO - 2010

FE RESUELTA
Nº 65 Febrero 2010 fe.resuelta@gmail.com Patria- Estado – Destino
Director: Hugo Carreño Aránguiz http://feresueltachile.blogspot.com/ Fundada en Octubre del 2004

CORPORATIVISMO Y SOCIAL CRISTIANISMO.
Los problemas sociales que surgen en Chile, a comienzo del siglo XX, demandan de la política soluciones concretas, para superar el sistema político liberal con que se gobierna la República. Entonces se plantean soluciones rupturistas por parte de sectores agnósticos y escépticos, que incluyen a doctrinas socialistas y comunistas, que participan en proyectos de solución encabezados por radicales social demócratas. También se hacen presente sectores tradicionalistas, nacionalistas y socialcristianos que buscan nuevos sistemas de autoridad, fuertemente influidos por el corporativismo y la doctrina social de la iglesia católica, que entonces promueve, a través de encíclicas papales, formas sociales donde prima la persona y la convivencia, para alcanzar la justicia social., que es la base inexorable para la vida en comunidad.
Entonces, en la convivencia política, se inicia una vocación social, para buscar armonía y equilibrio en el ámbito productivo, poniendo énfasis en el trabajo.
En 1906 se establece la ley de habitaciones obreras, Ramón Barros Luco. En 1907 se aprueba ley de descanso dominical, que es la primera ley propiamente laboral impulsada por Alejandro Huneus. En 1916 se establece la ley de accidentes del trabajo impulsada por Alfredo Barros Errázuriz. Desde 1912 se crea la comisión de legislación laboral en el Congreso, que tiene la autoría de Manuel Rivas Vicuña.
Señalamos estas realizaciones porque demarcan un cambio de actitud valorativa frente al trabajo, valoraciones que eran ajenas al liberalismo económico, para quienes el trabajo es una mercancía.
Los problemas sociales cruzaban los distintos partidos.
Los Conservadores Socialcristianos, lo mismo que la Falange Nacional, por ejemplo, pretenden crear un orden político diferente al liberalismo laico imperante y que, a su vez, fuese una alternativa al socialismo ateo amenazante. Ese orden político, no es otro que el corporativismo, que para los nacional sindicalista es un corporativismo antiestatista, basado en la representación política de corporaciones autónomas. Para estos sectores, es en las comunidades y hermandades donde se materializa la libertad y la independencia personal, nos dice Sofía Correa en su obra “EL Corporativismo como Expresión Política del Socialcristianismo”, páginas 467 y 481 del libro Teología y Vida. 2008.
Zorobabel Rodríguez, afirma que el estado debe preservar el orden, la seguridad y la libertad. La organización del estado debe contemplar la representación de las corporaciones.El Senado debe acoger a los gremios y colegios profesionales. La sociedad está estructurada jerárquicamente en base a las sociedades intermedias. Todas expresiones de los sacerdotes Fernando Vives, Guillermo Viviani, Alberto Hurtado y Osvaldo Lira.
El orden corporativo, en Iberoamérica, quedó establecido, en los primeros tiempos históricos, cuando la soberanía política le correspondía al Rey de España y la soberanía social al Cabildo.
En veces el Cabildo asumió el poder político para imponer los intereses del bien común.
El desarrollo político iberoamericano tuvo que dar paso a la creación del poder político, para ejercer la autoridad y dirigir las nuevas patrias y naciones. Entonces comenzó la misión y tarea de los pueblos para dotarse de un estado que permitiera la representación legítima de la soberanía, contribuyera al cumplimiento de los fines de la nación y que defendiera, en toda situación y circunstancia, los intereses superiores de la patria.
“La autoridad implica el ejercicio del mando con derecho a hacerse obedecer y poder de mandar, pero implica además, asumir la responsabilidad de lo mandado y la responsabilidad general de la marcha del organismo que se gobierna. Cuando a una autoridad se le niega el derecho de hacerse obedecer, se le niega al mismo tiempo su calidad de mando. Si esto ocurre, y el mando es digno y responsable, no puede sino renunciar o imponer su criterio, sobretodo si ejerce el cargo de mayor jerarquía institucional.”
Estos conceptos están contenidos en Estilo y Doctrina, 1995, de Misael Galleguillos.
Sobre el caso chileno, se puede decir que estos conceptos forman parte del tradicionalismo, del nacional sindicalismo y del nacionalismo en general.
La Falange Nacional de Eduardo Frei Montalva, estuvo más influenciada por Acción Nacional de Gil Robles, cercana a la Acción Católica, que de la Falange Española de José Antonio Primo de Rivera.
El Movimiento Nacional Sindicalista está más cercano, doctrinalmente, a FE de las JONS, que forjaron, además de José Antonio, Ramiro Ledesma y Onésimo Redondo, que provenían de las Juntas de Ofensiva Nacional Sindicalista y de las Juntas Castellanas de Actuación Hispánica. Ambas formaciones se fusionaron para dar eficacia a su accionar político. Todo entendido en la filosofía cristiana, en el catolicismo social iberoamericano y en la doctrina del ser, que nutrieron de principios y valores al nacional sindicalismo, al tradicionalismo y a los nacionalismos de nuestras patrias.
Otros autores del nacionalismo corporativo chileno fueron, entre otros, Oscar Alvarez Andrew, Jaime Eyzaguirre, Mario Góngora, Osvaldo Lira, Ramón Callís, Guillermo Izquierdo Araya, Juan Antonio Widow y quienes formaron parte de la Revista Estudios como Jorge Prat y Gabriela Mistral.
DOCTRINA DEL TRABAJO
El nacional sindicalismo, como doctrina social y política, contiene en sus planteamientos fundamentales al trabajo como fuerza creadora de la riqueza que permite realizar nuestro proyecto histórico. En efecto, el nacional sindicalismo le asigna al trabajo un valor social. Por eso es considerado como un deber social subordinado sólo a los intereses superiores de la nación.
El trabajo es el factor esencial de la producción, entendiendo por tal el esfuerzo del hombre para transformar las cosas..
Nuestra experiencia indica lo difícil que resulta poner fin a la cultura de la servidumbre, cipayos, que ha primado en nuestras fuerzas laborales. Ello requiere de planteamientos directos a los trabajadores, para alcanzar la cultura de la libertad, la solidaridad, la responsabilidad, el emprendimiento, la participación y la realización personal y social en la convivencia.
Como teoría, los trabajadores nacional sindicalista buscan establecer una jerarquización social, donde se ubique a cada uno en su función y en su rol, para dar cumplimiento a los fines de la nación. Trabajo es una palabra que proviene del latín, tripaliun, que significa tres palos, enseñaba Tito Mundt en sus prédicas a jóvenes nacionalistas, que era una forma de castigo para quienes debían realizar tareas productivas. La fuerza del trabajo humano deja de ser una mercancía para contener un valor moral y una misión social sindicalista. en la convivencia nacional. El perfeccionamiento continuo determina un nivel de competencias, que unido al valor moral, constituye una misión económica y social respecto del pueblo. A los tradicionalistas y a los nacional sindicalistas les gusta usar el término obrero porque es más propio de sus principios y valores.
Obrero es el que hace la obra. El trabajador debe ser empleado según sus capacidades y talentos. El trabajador se expresa socialmente a través de sindicatos. Ello permite desarrollar una ética del trabajo. Al introducir un concepto moral se introduce al mismo tiempo un espíritu corporativo, que genera una unidad social que se proyecta a la convivencia, para dar curso a un cuerpo social productivo, capaz de representar los intereses sectoriales de los trabajadores dentro de las empresas y en los servicios del estado. Esto permite desarrollar conductas que tienen su origen en la tradición, que a su vez está presente en la familia, donde se aprende el respeto, la puntualidad y la honradez.
Sus primeros resultados son la actitud solidaria, la función disciplinaria, el cumplimiento de pautas de control, la creación de estímulos, donde lo ético y la organización del tiempo libre hacen posible la formación valórica, la capacitación técnica y la recreación personal y familiar, que demandan requerimientos de bienestar, en términos de educación, salud, previsión, vivienda y seguridad..
Como en la milicia y en el clero se debe crear un organismo soberano, para administrar justicia en las relaciones laborales y productivas. Son los Tribunales del Trabajo
El sindicato pasa a ser una expresión genuina de quienes laboran en una empresa. El sentido de pertenencia, la identificación personal y de grupo hacen posible avanzar en los procesos de producción para lograr un grado aceptable de industrialización y desarrollo.
No debemos olvidar que la economía liberal concibe al trabajo como una mercancía transable en el mercado como un simple factor, sin contenido valórico ni social. Para el socialismo marxista el trabajador sigue siendo un simple dato estadístico y el sindicato un instrumento de lucha para alcanzar el poder. Para el régimen totalitario socialista toda vertebración sindical está predefinida como elemento productor para alcanzar la cuota productiva establecida por la planificación central de la economía.
El hombre y la mujer de trabajo no deben dejar de pensar que su esfuerzo da paso a una sana convivencia. Su actividad productiva nos permite entrar con espíritu de servicio y sacrificio al juego, sin fin, de la tradición y el cambio social, que permite a los trabajadores enfrentar nuevos desafíos, con alegría y esperanza, para seguir el camino de la verdad, el bien y la belleza.
El nacional sindicalismo afirma que la participación social plena de los cuerpos sociales en la institucionalidad del estado permitirá alcanzar mayores grados de equilibrio, en la toma de decisiones, que abrirá espacios a la realización personal y al cumplimiento de la misión y tarea que la patria ha definido, para alcanzar su destino.
El nacionalsindicalismo chileno ha elevado a la categoría de principio y de valor cultural, al derecho al trabajo, que junto a los derechos a nacer, crecer, educarse y realizarse, constituyen los derechos del hombre.
Los sindicatos de autogestión que diseñamos están estructurados para lograr la participación de los trabajadores en la propiedad de la empresa, lo que abrirá nuevos espacios para influir en la economía.
El nacional sindicalismo chileno ha logrado crear y hacer propio, en la institucionalidad del estado, la Escuela Sindical (capacitación y formación), el Estatuto Social de la Empresa (información sobre la empresa y negociación colectiva), el Consejo Nacional del Trabajo (órgano tripartito para participar en el gobierno) y el Consejo Económico Social (que tiene como misión lograr el planeamiento del desarrollo). Además se puede agregar la Universidad Laboral que hemos concebido como Instituto Politécnico, para la creación de las carreras y títulos que requiere el proceso productivo tecnificado que da fundamento a la jerarquización y plus valía de la actividad empresarial y del trabajo.
La economía debe cumplir los requerimientos de la función social que le es propia. Nuestro orden económico considera la integración de todos en el proceso productivo, el destino universal de los bienes y la participación de todos en los beneficios del desarrollo.
Todos estos aspectos deben ser la base para lograr una negociación efectiva, en cuanto a los “precios” de la labor productiva, en términos de remuneraciones y otras formas de pago, como asignaciones y bonos; y las condiciones de trabajo, como higiene, seguridad y equipos.
Estas visualizaciones doctrinarias han sido desarrolladas, entre otros, por Alberto Hurtado, Clotario Blest, Federico Mujica, Pedro Zuritas, Mario Urzúa, René Sottolicho y Misael Galleguillos, fuertemente influidos por el catolicismo social, sin dejar de lado el planteamiento sindical que es propio del nacionalismo como doctrina integradora de la convivencia social y sus relaciones con el estado.
El nacional sindicalismo es una doctrina del trabajo que busca la justicia, para quienes realizan la obra de generar bienes y servicios que hacen posible la vida de la patria.
Ramón Callis proclamaba la “guerra obrera” para nacionalizar la lucha de los trabajadores.
LA DERROTA DE LA CONCERTACION
El pueblo chileno derrotó a la izquierda progresista al elegir a Sebastián Piñera Echeñique como Presidente de la República.
En efecto, la candidatura de Piñera obtuvo el 51,6 % de los votos, mientras Eduardo Frei de la Concertación logró el 48,4 %.
En torno al Senador Frei se agruparon todas las fuerzas de izquierda, incluidos los comunistas, los ecologistas, y la izquierda extraparlamentaria.
La Alianza por el Cambio estuvo fortalecida por el apoyo de formaciones nacionalistas e independientes que se agrupan en torno a movimientos sociales y estructuras culturales e históricas, que movilizan amplios sectores que profesan pensamientos y valores tradicionalistas y patrióticos, afines a la chilenidad.
El Movimiento Nacional Sindicalista, MNS, que planteó la libertad de votación, reconoce la legitimidad política del triunfo de Sebastián Piñera y demanda de la autoridad el reconocimiento de la soberanía social de la familia, la escuela, el sindicato y las corporaciones, para perfeccionar la convivencia y abrir espacios de participación a los cuerpos sociales de la nación.
El Movimiento Nacional Sindicalista proclama como principio y como valor lograr la representación de la soberanía con participación social.
A su vez reiteramos nuestra independencia, para seguir nuestros objetivos de representación política de la nación, a través de las personas y de los organismos sociales de la convivencia y la cultura.
Ojala la dualidad liberal socialista que ha imperado en nuestra convivencia no se transforme en una dualidad socialista liberal, cuestión que se predefine como “democracia de los acuerdos”. Si esto ocurre, Chile seguirá una senda que no es la que los chilenos demandan de las autoridades del nuevo gobierno. Si se da espacio a un régimen liberal liberal se retornará a viejos esquemas de dominio que derivará, tarde o temprano, a la injusticia generalizada, que ya ha sido superada en la historia de los pueblos.
Hugo Carreño Aránguiz
Movimiento Nacional Sindicalista
Santiago, 18 de enero de 2010 LA PATRIA AL PODER

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